Las reliquias de los Primeros
Fecha: 23/01/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: SashaKuzmin, Fuente: CuentoRelatos
Capítulo 1. "Una y solo una"
El joven Thorsten cabeceaba a cada rato y no prestaba atención al camino. Se limitaba a cabalgar tras los pasos del caballo de su sierva sombra. Ni siquiera conocía el nombre de aquella aldeucha hedionda en la que estaban ya entrando y donde harían fonda esta noche. Para él todas eran iguales. Poblachos de cuatro casas cochambrosas y una taberna que siempre estaba llena de patanes campesinos y mujeres gritonas, melladas y de cabello sucio. A él le gustaban otra clase de hembras: las damas jóvenes aunque algo mayores que él, delicadas y con modales. Y sobre todo de familias ricas, como su nueva sierva. De cabello fino y dorado, buenos senos y mejores tragaderas.
La sierva detuvo su caballo en la desierta plaza de la aldea, frente a la moribunda antorcha que anunciaba una posada. Descendió con cierta torpeza, remangándose el vestido sin mucha maña, ató su caballo y esperó de pie en el lodazal a que arribara el caballo de su señor.
—Me traes siempre a sitios de mala muerte, idiota —se quejó el joven señor cuando llegó a su lado y vio al aspecto de la posada.
Thorsten bostezó largamente, se llevó la mano bajo la pechera abierta de su gabán y se rascó. Entonces bajó de su montura, prácticamente de un salto, se estiró y, separando un poco las piernas, se acomodó con la mano la verga bajo el pantalón, hasta que estuvo cómodo.
—Bien, entremos —ordenó entonces—. Parece que va a llover de nuevo.
En plena noche la posada se hallaba ...
... tranquila. Quedaban solo tres o cuatro clientes, borrachos ya y durmiendo con la cabeza apoyada sobre las mesas, roncando ruidosamente. Incluso el tabernero daba cabezadas, sentado tras la barra en la penumbra. La mitad de las lámparas de aceite se habían apagado ya y los rincones de la taberna estaban sumidos en la oscuridad.
El joven Thorsten recorrió el pasillo entre las mesas y sus pasos resonaron pesados sobre los tablones del suelo. Llegó hasta la barra y golpeó con los nudillos sobre la superficie de madera.
—Eh, despierta —dijo—. Mi acompañante y yo tenemos hambre.
El hombre se sobresaltó en su asiento, sorprendido por el repentino ruido. Levantó los ojos y se extrañó al ver a un joven serio y ceñudo chasqueando los dedos a un centímetro de su cara, con impaciencia por ser atendido.
—Buenas noches, señor. Me había quedado traspuesto. Suele haber poco movimiento en Molinos del Rey a estas horas de la noche.
Thorsten achinó un poco los ojos y observó al hombrecillo. No era más que un alfeñique bastante mayor que él y al que el joven le sacaba una cabeza de altura, siendo generosos. Era pequeño y muy delgado, con un pelo rubio y fino y la piel pálida como la de una doncella. Solo uno de los brazos del joven abultaba más que todo el cuerpo de aquel pobre miserable.
—Si tienes ternera sírvenos dos piernas, y el mejor vino del que dispongas. También necesitaremos una habitación.
Thorsten dejó caer el último hueso roído sobre la escudilla de latón. Resopló, ...