Mi primer amor: una masoquista
Fecha: 26/11/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... además de que estaba a punto de coger.
Cuando entramos a mi habitación, me quedo embobado viéndola caminar sensualmente de espaldas y admiré sus nalgas. Ella dejó sus pertenencias en una mesita. Se volvió hacia mí, con una expresión que me era difícil descifrar.
—¿Qué estás esperando? —me pregunta desabrochándose la empapada gabardina que traía puesta
—No lo sé —respondí con toda honestidad, aun sin creer o concebir la situación en la que me encontraba. Estaba clavado en el suelo y no podía moverme de la impresión. Tenía miedo de arruinar todo y al mismo tiempo, quería dar rienda suelta a mis instintos.
—Eso —me dice avanzando lentamente hacia mí, mientras se quita los zapatos y calcetines y desabrocha su pantalón— siempre me ha emputado de ti
—¿Perdón? —pregunté, sorprendido del comentario, el cual me descolocaba
—Que me cagas muchísimo —me dice tranquila mientras me rodea con sus brazos el cuello— MUCHÍSIMO
Me besa como debí de haberla besado en el elevador. Me introduce la lengua hasta la garganta y juega con ella. De pronto siento una de sus manos bajar por mi espalda para poco después agarrar descaradamente una de mis nalgas y aquello fue como un resorte. Uno físico y emocional.
Di un pequeño respingo y ella sonrió sin apartar sus labios de los míos. Pero eso me ayudó. Fue como si un chip cambiara en mi cerebro. Al instante la rodeé por la cintura y fui yo quien la besé, pese a que seguíamos jugando con nuestras lenguas. Mis manos recorrieron ...
... fugazmente todas sus zonas íntimas, mientras casi le arrancaba la blusa. Comencé por comerle el cuello mientras amasaba con brío su culo. ¡Qué delicia! Tenía unas nalgas hermosas. Redondas y bien formadas. Cuando mis labios y mi lengua estaban por devorar sus tetas me despegué de ella y la observé con lujuria, para con rapidez, despojarme de la camisa que traía.
Sin apartar mis ojos de los suyos, también me bajé el pantalón y el bóxer en un solo movimiento, dejando mi miembro al aire, ya inhiesto.
—No estás tan gordo como dices —me soltó con una sonrisa de verdadera lubricidad y se acercó a mí mientras desabrochaba su bra y me dejaba verle el pecho— Gordo esto —comentó elocuentemente tomando mi verga con una mano y volviéndome a besar
Su mano me comenzó a masturbar con una deliciosa desesperación. La tomé por la cintura nuevamente y al poco tiempo de un buen morreo, la empujé con brusquedad a la cama, en la cual cayó con un gemido y risas. La despojé de su pantalón y su tanga en un solo y fluido movimiento y ante mí se presentó una imagen digna de un retrato: Selene, desnuda.
La misma Venus no podría estar más magnífica, más hermosa. Incluso las actrices a las que se parecía jamás igualarían la belleza que mis ojos tenían el privilegio de admirar. Era perfecta. Sus pechos eran pequeños, pero divinos. Todo en ella me parecía tan grandioso que me creía morir.
Levantó ligeramente una de sus piernas, dejándome ver una hermosa mata de pelo que cubría la vagina más bella ...