Choque Térmico (Frío)
Fecha: 25/06/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... orinar?
Parecía haber terminado ya de orinar y ahora se dedicaba a sacudir su miembro. Pero ese ritual me parecía demasiado prolongado como para simplemente estar sacudiéndose los restos de orina. Dio por terminado el ritual de la sacudida y fue al lavabo, pero su miembro permanecía expuesto, al tiempo que se lavaba las manos lo ví enjuagando su pene también, había contraído el prepucio y lo aseaba con cuidado. Me quedó la duda si ese ritual lo hacía siempre que orinaba o si se trataba de una ocasión especial y quería lucir más presentable, por si la ocasión lo ameritaba. Este último detalle me hizo sentir un tanto halagada y también un tanto inquieta... ¿Acaso el Señor Pozos tenía la esperanza de que algo ocurriera entre nosotros?
El aseo que el Señor Pozos propinaba a sus miserias ya me parecía demasiado prolongado. Evidentemente, su miembro no estaba erecto pero tampoco estaba relajado del todo. Y lo que contemplaba ya parecía una franca masturbación. Lo estaba haciendo muy lentamente, sus ojos estaban cerrados y algo musitaba mientras tanto. Su miembro no tardó en mostrar una erección total y el ritmo de sus movimientos comenzaba a acelerarse. Entonces se me ocurrió hacerle otra travesura.
Bajé de la escalera y a toda prisa fui hasta la puerta del baño y golpeé suavemente:
—¿Se encuentra usted bien, Señor Pozos?
—S-sí, niña; en un momento estoy listo —contestó notoriamente nervioso.
—Dese prisa, por favor... Ya se tardó mucho y me urge usar el ...
... baño.
—Ya casi, ya casi...
—Ya no aguanto más, me voy a hacer...
Seguí haciendo presión y finalmente abrió la puerta, estaba visiblemente perturbado. Sus manos pretendían ocultar de mi vista su entrepierna.
—Muchas gracias, le debo la vida —. En un rápido movimiento pegué mi cuerpo al suyo y le di un beso en la mejilla, muy cerca de los labios; sabedora de que esta acción iba a influir algo en los “ánimos” que se cargaba.
Ya dentro, solamente hice como que hice y bajé la palanca. Luego fui a hacerle compañía en los sillones. Él se había vuelto a adueñar del cojín.
—Discúlpeme por haberlo apresurado, pero es que ya mero me ganaba.
—No te preocupes, así son estas cosas... Yo sé de eso.
—¿Y siempre batalla así cuando orina? —Me salió espontáneamente luego de un prolongado silencio. Al verlo atónito, me di cuenta que lo había dicho en voz alta.
—¿Eh?... —era evidente que el tema resultaba escabroso.
—Lo digo por el tiempo que se tardó, supongo que a su edad... Bueno, es que he escuchado que...
—No, no, afortunadamente no es mi caso... A algunos amigos hasta los han tenido que operar, pero por fortuna yo estoy bien... Me tardé porque aproveché para refrescarme un poco, es que ha sido un día pesado... Además, de pronto me da por ponerme a reflexionar mirándome al espejo.
—¿En serio? Como que no me lo imagino haciendo eso en el baño...
—¡Ah, no?, y ¿entonces qué me imagina haciendo en el baño?
Ambos guardamos silencio, nos sonrojamos, fingimos ...