1. El síndrome del oso panda (9)


    Fecha: 22/06/2017, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster

    ... con la vulva mientras descabalgaba. Y yo andaba ya desde hacía rato con una erección de campeonato.Me quedé mirándola. Estaba muy cerca de mí, tanto que me habría bastado inclinar solo ligeramente la cabeza para comerme sus labios gordezuelos. Ella me miraba sonriente, como sometiéndose de buena gana a mi escrutinio, y luego se arrimó más a mí, con lo que mi glande entró en contacto con su cuerpo.—¿Por qué me miras así? —preguntó.—Porque me gustas mucho —respondí, tomándola por la cintura y atrayéndola contra mí, hasta que su cuerpo quedó en contacto con el mío.—Pero Sandra o Vero tienen las tetas más grandes —arguyó—. ¿Por qué te gustan las mías, que no dejas de mirarlas…?—Las tuyas son como melocotones. Y me gustan tus pezones, siempre erectos.Se miró los pechos, y de nuevo alzó sus preciosos ojos negros hasta que nuestras miradas se encontraron. Lo dudé solo unos segundos, y después decidí atreverme. Me aparté de ella lo suficiente como para que mis manos pudieran sopesar sus tetitas. Efectivamente, duras y turgentes. Pasó un brazo en torno a mi cuello.—¿Sabes qué haría ahora mismo? —pregunté con los labios pegados a una de sus orejitas—. Llevarte a algún sitio apropiado, y hacerte el amor. Me gustaste desde que te vi esta mañana, sentada bajo el pino.—Quizá tendríamos que preguntarles a Vero y Javi… —insinuó.—¿Qué es lo que tendríais que consultarnos? —preguntó la voz de Vero a mi espalda.No había advertido su presencia. Bueno, de hecho, mi atención había estado ...
    ... centrada en Carla. Miré por primera vez a mi alrededor: Juani y Jorge estaban besándose apasionadamente unos pasos más allá. Carmelo y Sandra, fuera del agua, estaban tendiendo en el suelo unas delgadas colchonetas que tomaban de una pila en la que no había reparado hasta el momento, situada donde el día anterior estaban las famosas tumbonas, y tendiendo toallas sobre ellas.—Dany me ha propuesto que echemos un polvo… si vosotros también estáis de acuerdo —dijo la chica con absoluta tranquilidad.Vero enrojeció ligeramente, y me miró a los ojos. Asentí con la cabeza.—Por mí no hay inconveniente —dijo finalmente con voz algo temblorosa.Ella y Javi se dirigieron a una de las escaleras, y dejé de prestarles atención. Tomé a Carla por las corvas, y la elevé a pulso, hasta dejarla sentada en el borde de la piscina. Ella me miró con intención, y separó los muslos.«¡Dioses, qué maravilla de chochito! —pensé»Completamente depilado, sin sombra alguna de vello. La separación de su vulva comenzaba muy arriba, ampliándose como una pequeña campanilla unida a sus labios menores, que sobresalían unos dos centímetros.Pero no fue a eso a lo que me dediqué: me estaban tentando sus dos melocotoncitos, de manera que me metí uno en la boca, mientras daba golpecitos con la lengua a su pezón, totalmente tieso y duro. Le mordí ligeramente, lo que provocó en ella un gemido de placer. Tras unos segundos, le dejé por el otro. La chica me estaba mirando con una clara expresión de goce en su gracioso rostro. De ...