El síndrome del oso panda (9)
Fecha: 22/06/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster
... La chica hablaba de ello como lo más natural del mundo. Pero enseguida tuve otra cosa en qué distraerme: se tumbó al lado de su marido, bien abierta de piernas, y me tendió los brazos. Me acosté encima, sosteniendo el peso de mi cuerpo con los antebrazos. Ella introdujo una mano entre nuestros sexos, y guió mi pene hasta dejarle en la entrada de su “cuquita”. Una ligera contracción de caderas, y estuve dentro de ella.Comencé a follarla lentamente. Para mi sorpresa, el hecho de estar haciéndolo casi rozando a Vero mientras ella montaba a su vez a otro hombre, estaba incrementando mi excitación hasta extremos desconocidos.El chico giró ligeramente el torso, y se aferró a uno de los pechitos de Carla. La cadera de Vero quedó en contacto con la mía durante unos segundos, y el roce me puso más fuera de mí de lo que estaba.Javi se abrazó a mi mujer, obligándola con ello a pegarse a su cuerpo, y así enlazados, rodaron en nuestra dirección. El trasero de Vero quedó apoyado contra mi cuerpo. El hombre inició un rápido bombeo, y sentí sus acometidas en los empujones del culo de Vero.Debajo de mí, Carla estaba gimiendo rítmicamente, de nuevo con los dientes apretados como hacía unos minutos, ...
... mirándome con los ojos muy abiertos. Su pubis se elevó en mi dirección, y entonces hizo algo que me cortó la respiración: con el torso ligeramente girado en su dirección, pasó las manos en torno al cuerpo de Vero, y se agarró a sus senos. Creo que mi mujer ni lo advirtió, o pensó que eran otras manos.—¡Ay, dioses! Dany, me estoy… corriendo… —musitó Vero con los ojos cerrados.Exploté literalmente dentro del menudo cuerpo de Carla, que se debatía debajo de mí, girando la cabeza de un lado a otro, con su agitada respiración perfectamente audible.—¡Dany, Dany —gritó la chica—. Me corro. ¡Ay, Javi! ¡Javiiiiii! ¡Me estoy corriendo…!Entonces hice algo… mientras me recorrían espasmos de un placer increíble, mis manos pugnaron con las de Carla por la posesión de los pechos de mi mujer, y comencé a estrujarlos, mientras escuchaba los fuertes jadeos del otro hombre.—¡Ah! —chilló Vero—. ¡Joder, Javi! ¡Más rápido, más… más…! ¡Aaaah!Poco después nos quedamos inmóviles. Vero se desprendió de los brazos del otro hombre, y se dio la vuelta, quedando con el cuerpo pegado al mío y al de Carla. Me dirigió una mirada indescifrable, y luego posó las manos en mi nuca, atrayéndome hacia ella, y me besó intensamente.