1. El síndrome del oso panda (9)


    Fecha: 22/06/2017, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster

    19Conversaciones de alcoba (Dany)Tras el día vivido, cuando nos encontramos solos en casa me parecía hasta anormal estar vestido.Durante la primera parte del trayecto de vuelta en nuestro coche, ninguno de los dos habló. Vero esquivaba mi mirada. Pero en un momento determinado nuestros ojos se encontraron. Le sonreí, y puse mi mano sobre la suya. Sabía qué sentía, porque yo me encontraba igual: algo avergonzado, y muy violento. Pero había que acabar con aquella situación.—Mira, tenemos que asimilar lo que ha sucedido de alguna manera, no podemos seguir callados, cada uno concentrado en sus propios pensamientos, sin atreverse a mirar al otro con franqueza ni a compartir lo que hemos hecho.»Es como… —busqué las palabras antes de continuar—. No es diferente de mi aventura con Caitlyn y la tuya con el fotógrafo, salvo quizá… Bueno, que lo hayamos hecho cada uno a la vista del otro.Me miró francamente por primera vez, con los ojos húmedos.»Y aquello lo habíamos aceptado —proseguí—. De manera que nada de malos rollos ni remordimientos: te has follado a Jorge, y lo has disfrutado, del mismo modo que yo le he echado un polvo a Sandra, y lo he pasado muy bien.«Y el día 1 de agosto… —pensé, pero era mejor no sacar a colación el tema… todavía».Vero me dirigió una sonrisa luminosa, la primera desde antes de la comida, y me presionó una rodilla.Vero me miró de frente.—¿Qué piensas sobre lo de hoy? –preguntó.—¿Pensar? Si lo hubiera pensado, no lo habríamos hecho —respondí.—¿Te ...
    ... arrepientes? —preguntó con un hilo de voz.—De nada en absoluto —la tranquilicé—. Ha sido… Te voy a confesar algo: sentir tu cuerpo casi pegado al mío, mientras otro hombre te estaba consiguiendo un orgasmo, al mismo tiempo que yo me follaba a otra, ha sido la experiencia más excitante de mi vida.—Yo, Dany…Nunca sabré qué iba a decir: justo en aquel momento sonó su teléfono móvil.—Diga…Tras escuchar unos segundos, se puso roja como una cereza. Hice un gesto de interrogación, al que respondió formando silenciosamente con los labios un nombre, que me pareció que terminaba en “a”, pero que no entendí.—Estoy un poco enfadada contigo. No estuvo bien lo de quedarte con mis gafas…«¡Joder!, Helga»—Te habría bastado con decirme que querías verte con mi marido, en lugar de montar todo ese numerito.…—Pues sí, aunque parezca extraño, lo habría preferido, mejor que el hecho de que te colaras en nuestra casa para seducirle.Me daba corte pedirle que pusiera el manos libres; respeto su intimidad, y no era quién para meterme en su conversación, pero lo cierto es que me mataba la curiosidad.…—Sí, por supuesto que él está al corriente de lo… lo que hice con vosotros, de la misma forma que me contó que se había acostado contigo.Esta vez estuvo escuchando un buen rato sin hablar; en un momento determinado me dirigió una mirada que no supe interpretar.—No, verás, hemos quedado con unos amigos para pasar la primera quincena en una casa que tienen en la costa, lo siento. Eso sin contar con el hecho de que sigo ...
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