1. La historia de Claudia (final)


    Fecha: 15/06/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... ansiedad al mismo tiempo.
    
    Blanca fue metiendo el dildo despacio, muy despacio, solazándose con los gemidos que brotaban ininterrumpidamente de la boca de la cachorra. A medida que el objeto se iba introduciendo cada vez más en su culo, la esclavita percibía que la sensación entre dolorosa y placentera crecía en intensidad estremeciéndola toda. Por fin, cuando terminó de enterrar el dildo por completo, Blanca empezó a ocuparse de Claudia y después de un momento tuvo a las dos empaladas, jadeando roncamente con la cara en el piso, sudorosas y hambrientas de placer.
    
    Se paró ante ellas y les ordenó que le besaran los pies. Cuando ambas lo hicieron les preguntó:
    
    -¿Qué son ustedes dos? –con el propósito de asegurarse de que esos días pasados en manos de Inés no había debilitado en ellas su sentido de pertenencia ni su disciplina.
    
    -Somos sus esclavas, Ama. –se apresuró a responder Claudia sin alzar la cabeza.
    
    -Son más que eso. –dijo el Ama.
    
    Y esta vez fue Laura quien contesto:
    
    -Somos sus perras, Ama Blanca.
    
    -Muy bien, cachorra, eso son, mis perras esclavas. ¿Tienen algún derecho?
    
    -Sólo los que usted se digne concedernos, Ama. –dijo Claudia.
    
    -¿Extrañan ser libres?
    
    -No, Ama. –respondieron ambas casi al mismo tiempo, y Claudia agregó: -No sabríamos qué hacer si estuviéramos en libertad.
    
    -Han nacido para ser animales en cautiverio y yo he llegado a sus vidas para hacerles cumplir con ese destino. –dijo Blanca sintiendo en lo más profundo de sí ...
    ... misma, una vez más, el goce incomparable de la dominación total.
    
    -Sí, Ama, es así. –murmuró la cachorra.
    
    -Agradézcanmelo una por una. –exigió el Ama.
    
    -Gracias, Ama, por haber hecho de mí lo que fui siempre aunque lo ignoré durante muchos años. –dijo Claudia.
    
    -Gracias, mi Ama, por haberme abierto los ojos y ayudado a ser yo misma. Me siento feliz como nunca siendo una perra esclava... Gracias por todo esto, Ama...
    
    Semejante nivel de servidumbre que las esclavas expresaron en sus respuestas había aumentado la excitación de Blanca a tal punto que empezó a mojarse y a sentir un imperioso deseo sexual. Cogerlas, penetrarlas, entrar en ellas a través de sus conchas y sus culos iba a completar esa sensación embriagadora que experimentaba.
    
    Había sido desde su adolescencia y durante buena parte de su vida una pobre sirvienta que se deslomaba de sol por sueldos siempre paupérrimos, y ahora era una suerte de reina, la dueña y señora de esas dos hermosas hembras de cuyas mentes y cuerpos disponía por completo y a su antojo para hacer con ellas lo que su imaginación cada vez más perversa le dictara.
    
    Tomó las cadenas de los collares y las llevó en cuatro patas hasta el dormitorio, donde las hizo trepar a la cama y colocarse una junto a la otra. Abrió inmediatamente el placard en busca del arnés con el dildo doble y tras colocárselo apresuradamente se ubicó a espaldas de ambas hembras, les quitó los dildos y cuando les metió una mano entre las piernas para inspeccionarlas ...