1. Mundo salvaje


    Fecha: 23/02/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... sonriente, le soltó
    
    —Vaya marido. ¿Se te pone durita? A ver, a ver…
    
    Y ni corta ni perezosa, le metió la mano en el calzón y con su blanca mano le tentó el “pajarito” que, al instante, empezaron a entrarle unas ganas de “cantar” de tente y no te menees
    
    —¡Vaya! Pues parece que sí que se quiere poner dura. ¿Tengo yo algo que ver con esto?
    
    Y, sin cortarse un pelo, Ana empezó a darle “al manubrio” por lo fino, con lo que al “pajarraco”, que ya, desde luego, tierno “pajarillo” no era, se le redoblaron las “ganazas” de cantar hasta fenecer si preciso fuera, que era una vida suya, con los ojos del infeliz “der Juanico” haciéndole chiribitas y lucecicas.
    
    —Ya lo creo, ya, que esto se está poniendo de un durito que da gloria. Juan, amor, ¿te parece que nos vayamos a la cama y dejemos la cena para luego?…
    
    Y sin más, le tomó de la mano y, tirando de él, se lo llevó al dormitorio; a la cama. Fue luego, tras el primer refocile, cuando “er probetico der Juanico” pedía árnica, casi por caridad, por los “trabajos forzados” a que su “santa” le sometió, que su “santa” sería muy ídem, pero, ¡ozú!, cuando “ze zortaba er pelo”, que era día sí, día también, y “er der” medio, “pa que no farte na”. ¡Verdadera tigresa hambrienta de “carne”!... ¡Ele!... Y allí me veíais “ar probete der Juanico”, esfuérzate que te esforzarás, en mantener bien “surtía” a su “triguesa” que no veáis las fatiguitas, y fatigazas, “qu’er probetico” pasaba en tales coyunturas. Pero no creáis, que el ...
    ... esforzado marido hasta lograba salir airoso en tan arduos trabajos, aunque eso sí, dejándose los pelos en la gatera y un tantico quebrantado, que para estar de nuevo “apto pa to servicio”, precisaba de su tiempo.
    
    Pero, amén de que esas necesarias y, a veces, tantico prolongadas treguas en los “cuerpo a cuerpo”, que a Ana no se le hacían tan cuesta arriba, pues los besos, arrumacos y demás trasuntos amorosos que animaban las esperas, tampoco eran moco de pavo, esa oportunidad le vino como anillo al dedo para informar a su maridito de lo que podía venírsele encima con su hijo, contándole la escena que con “er nene” mantuviera esa misma tarde. Y de todo cuanto “coleaba” de tiempo atrás. Y Juan, amén de entender el porqué de la “huelga de piernas cerradas” de su amada, pescó un “globo” contra su “ninio” que “pa qué las priesas”. Inquieto, exaltado, lleno de furor hacia el mal nacido de su vástago, se levantó y empezó a dar vueltas y vueltas por la habitación, mascullando maldiciones contra todo y contra todos; contra él mismo, en primer lugar, por haber sido el de la “brillante” idea de emigrar, contra el día que arribaron a la isla, que mejo hubiera sido mantenerse en aquél maldito barco y morir, en mitad del mar, antes que haber llegado a aquello.
    
    La llamada Ley de Murphy dice que, si “algo puede salir mal, saldrá mal; y, rizando el rizo de tan curiosa “Ley”, podríamos decir que “si algo puede ir a peor, irá a peor”, pues algo así pasó allí y entonces, que cuando más excitado ...
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