Mundo salvaje
Fecha: 23/02/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... deseo hablarle. Ya sé que usted ya no quiere que la abrace, que la bese; que ya no me quiere. Eso ya lo sé y, como habrá visto, ya ni lo intento Sólo deseo hablarle, que, supongo, no se opondrá a ello, ¿verdad?
Esto lo dijo con esa voz, esa expresión en su rostro, casi infantil, de nene que en su vida ha roto un plato, que a ella siempre le ponía, pero en sus ojos, la expresión entre burlona y sardónica, tan característica también en él desde que comenzó la “guerra” entre los dos
—Claro que no me importa que hablemos, pero es que, bueno, me iba a echar un rato la siesta Luego, en la cena, si quieres hablamos.
—No madre. Es ahora cuando quiero hablar con usted. Será solo un momento…
Ana se quedó dónde estaba, junto a la puerta de su cuarto, sin saber qué hacer
—Pues verá madre, ando estos días leyendo este libro. (le enseñó una Biblia) Usted me lo leía de pequeño, aún lo recuerdo; y recuerdo que me decía que este es el Libro de la Verdad ¿No es así?
—Claro hijo. Es la palabra de Dios
Ana, casi desde siempre, habíale llamado por su nombre, Yago, pero desde que comenzó la “guerra” entre ellos solía llamarle “hijo”, como advirtiéndole, recordándole, el íntimo parentesco que les unía
—Bueno, pues mire lo que dice aquí:“Y Adán conoció a Eva, su mujer, y ella concibió y tuvo a Caín”O sea, que entonces había tres personas en la tierra, Adán, Eva, y Caín, su hijo. Como aquí nosotros: Padre, usted y yo. Pero el libro que dice verdad, prosigue:“YCaín conoció a ...
... mujer y ella concibió y tuvo a Henoc” …
Yago adelantó el libro a su madre para que ella misma leyera los versículos que acababa de leerle, pero ella, sin querer ver nada, sólo dijo
—Vete Yago; vete, por favor…por favor, hijo…
Pero Yago no se fue, sino que, con el libro abierto por delante, siguió hablando
—Madre, ¿quién fue la mujer de Caín? En la tierra, entonces, no había más mujer que Eva; sólo ella, Eva, su madre…la mujer de Adán, su padre…
—Vete, Yago, vete. Por Dios te lo pido, hijo, vete, vete. Por Dios, hijo mío, por Dios,
Pero Yago no se fue, sino que se acercó más aún a ella, con el libro abierto, por delante
—¿Era Eva madre? ¿Era Eva la mujer que Caín conoció y en la que engendró a Henoc?
—Calla, hijo, calla; por favor, calla. Vete Yago, vete. Por caridad, Yago; por caridad te lo pido, te lo ruego, hijo, te lo suplico. Ten piedad de mí, de tu madre, tu propia madre. ¿Es que no lo ves, hijo, no ves que me estás haciendo daño; mucho, mucho daño? ¿Qué te he hecho para que me tortures así?
Pero Yago seguía impertérrito a los ruegos de su madre. Ni la presionaba, ni la retenía, nada; ninguna violencia sobre ella, pero sin cesar de repetir esas cosas que tanto le dolían a ella, pues veía, clara, la intencionalidad de justificar el incesto madre-hijo: Que, tarde o temprano, ella, su madre, sería también su mujer
—Sí, madre, dígame ¿era Eva la mujer de Caín? Y Adán, el marido de Eva, ¿dónde estaba cuando Caín “conoció mujer”? ¿Dónde, madre, ...