El Tamaño no Importa
Fecha: 17/12/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... bajó a chuparme el pene. No era muy bueno en eso. Se sentía rico, pero había tenido mejores. Lo que me ponía a 100, era el hecho de que por primera vez, alguien estaba dedicado completamente a que yo sintiera placer, sin que yo tuviera que moverme. Esa nueva experiencia me tenía muy caliente. - Date vuelta. Me puse nervioso y lo notó. Me pidió al oído que me relaja. Sentí el peso completo de su cuerpo sobre el mío y se sentía muy rico, diferente a cuando Julián, que es muy delgado, se acostaba sobre mí. Aquí verdaderamente sentía el peso de un hombre grande sobre mi. Comenzó a recorrer mi espina dorsal con la lengua, al tiempo que sus manos daban un masaje a mis brazos y piernas. Era como un pulpo que recorría todo mi cuerpo, entre murmuros de “estás riquísimo”, que me prendían cada vez más. Bajó hasta mis nalgas y las masajeó con sus manos un instante. Después las separó exclamando “UFF”, cuando palpitaba mi hoyito que en ese momento estaba completamente expuesto y dispuesto para él. Literalmente se aventó hacia mi esfínter con su lengua, provocándome un suspiro que todavía recuerdo como si pudiera sentirlo. Su saliva lubricaba mi anito que palpitaba de gusto, cada vez que recorría mis pliegues de forma espectacular. No había necesidad de preguntar si me estaba gustando lo que me hacía; gemía como desesperado y me retorcía apretando las sábanas. De verdad me estaba llevando al cielo. Me puso en posición de perrito, se puso un condón y lubricó la cabeza de su pene con ...
... saliva. Yo podía ver toda la escena a través de un espejo enorme frente a la cama. Ahí estaba yo, completamente entregado a un tipo mas grande que yo en edad y estatura, con su barriga sobre mis nalgas y con un pene pequeño a punto de entrar en mi cuerpo. La escena me embriagaba, sólo quería sentirla dentro. Dio la primera estocada y me dolió muchísimo; de verdad era gruesa. Lo intentó algunas veces más, pero fue inútil, La tenía curvada hacia arriba, pero por lo corto del tronco, era difícil que entrara en la posición que estábamos. Me dio la vuelta y levantó mis piernas sobre sus hombros. Lo vi por fin cara a cara. Estaba completamente rojo, lo pálido de su cara hacía evidente su exitación. - ¿Estás bien? - Si, sólo que ve despacio, porque esta muy gruesa. Sentí el glande caliente rozar los pliegues de mi culito. Con mis manos tomé su pene y lo dirigí directamente a la entrada. Acomodé la cadera a como creía que sería más fácil por la curvatura, a lo que él respondió poniéndome una almohada bajo el espalda y levantando más mis piernas. Me sentía completamente abierto y podía sentir el palpitar de mi agujero, con la punta de su pene listo para entrar. Empujó. Maldito dolor, ese que es delicioso y que volvería a sentir muchas veces si pudiera. Entró sólo la cabeza y sentí que me partía en dos. “Apriétame y luego relájate, aprieta mi pene y relájate” Empecé a hacer lo que me decía y poco a poco dejó de doler. Él no se movía, sólo estaba al pendiente de mis gestos. En cierto momento, ...