1. Una belleza Prohibida


    Fecha: 12/12/2018, Categorías: Infidelidad Autor: gerwdo, Fuente: RelatosEróticos

    ... clítoris. Hasta que me quede unos minutos moviendo la lengua, como si dibujara un ocho, sobre ese punto de gran placer. Al momento de que se me estaba acalambrando, ella gozaba y pedía mas y mas. Le encantaba, para este punto se estremecía, meneaba, y sin previo aviso, como que si se hubiese relajado totalmente, dejo llegar una ola de flujo blanquecino hacia mí. Supe que se había corrido.
    
    Dejando pasar un minuto me incorporé, nos pusimos en la posición del misionero. Y ella comenzó a besarme como loca. Esto me encendió mas y mas, al punto de que me dolía la erección. Estaba siendo el mejor sexo de mi vida y a penas estaba comenzando.
    
    Lo primero que sentí en mi pene, con la cabeza al aire (Conlleva una supersensibilidad, un beneficio para saber si una chica lo está disfrutando), fue el calor que emanaba. luego humedad, y mientras muy lentamente, pero a paso, pero de manera continua comenzaba en entrar mi verga. Sentía la presión perfecta, parecía sexo anal, pero con una textura que te dejaba la piel de gallina. Cada entrar y salir era como tocar el cielo con las manos. Me arañaba a espalda, gozaba, suspiraba, me ...
    ... acariciaba. No importaba nada. Era como nuestro último día en la tierra, irracionales, irresponsables. Nos consumimos por el fuego. En solo unos pocos minutos, el flujo me recorría los huevos, esa conchita me apretaba y se dilataba al segundo, e inexorablemente exploté en semen. Sentí como rebalsaba de leche. Mientras ella me decía: Quiero tu lechita bien a dentro! Seguido por goces y luego en un grito de satisfacción: - Estoy acabando! Dale me gusta así!.
    
    Muy de apoco fuimos bajando el ritmo hasta apagarnos. Me posé sobre sus pechos, su corazón latía muy fuerte. La magia del sexo se sentía en cada pulsación. Me acariciaba despacio la espalda. Yo le tocaba el pelo. Y así comenzaba la mejor tarde de mi vida. Lo hicimos 2 veces más. Probamos todas las posiciones. Pero el éxtasis de la primera ves no lo volví a sentí nunca más.
    
    Mas que irresponsable, fui salvaje, a puro instinto. En ningún momento me percaté de las consecuencias que podrían ocasionar mis actos. No lo pensé, tenía la cabeza en ella, en las ganas que tenía de tocarla, de hacerle todo. No hubo leyes, moral, ética ni conciencia. Sin embargo no me arrepiento. 
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