Una madura con ganas
Fecha: 29/12/2023,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... abrigo, descubriéndose para los dos, y dijo, bueno, yo ya mostré mis cartas. ¿Cuáles son las tuyas? Así que Kevin se apresuró a desnudarse, mostrando un cuerpo armónico, de tipo atlético, bien trabajado y, para gusto de mi esposa, un pene bastante bonito y grande. Pon música, me ordenó ella, de modo que coloqué la USB que llevábamos y pronto una melodía suave empezó a sonar. ¡Ven! le dijo ella. Y Kevin así lo hizo.
Al aproximarse a la tarima, ella, moviéndose al ritmo de la música, le invitó a que se aproximara y, abriendo su abrigo, lo abrazó y lo besó, gesto que fue correspondido de inmediato por el hombre, quien pasó sus manos por detrás de la espalda de ella, por dentro de su abrigo, para alcanzar sus nalgas y empezar a disfrutar a su antojo de su cuerpo. Poco a poco, al compás de la música, y en un prolongado beso, la virilidad de aquel empezó a manifestarse, y bien pronto mi esposa pudo sentir cómo crecía el miembro de aquel entre sus piernas. Ella estaba fascinada con la sensación y sus manos se concentraron en masajear el pene que ya estaba endurecido y erecto.
Ella se despojó del abrigo, quedando tan solo vestida con sus botas negras. Y, excitada con la sensación de sentir tan magnifico pene, se puso de cuclillas frente a él y usó su boca para deleitarse con ese apetecible sexo masculino. Ella abría al máximo su boca para engullir aquel inmenso miembro. La verdad, Kevin poseía una verga de concurso, larga y gruesa, que quizá mi esposa no llegó a imaginar, ...
... pero que ahora, a la vista, la tenía excitadísima y dispuesta a lo que fuera para disfrutarla al máximo. Kevin, simplemente cedía a todos los movimientos que ella proponía, pero, era evidente que el tamaño de ese pene excedía por mucho las posibilidades que mi esposa trataba de improvisar con su boca. Así que, viéndose limitada para meterla dentro, lo chupaba, succionaba y lamía con entusiasmo.
Sus manos, por otra parte, masajeaban los testículos de aquel, que se veían también relativamente grandes en comparación al tamaño de su pene. Se levantó, lo abrazó y lo besó apasionadamente, y él, correspondiendo, no perdía oportunidad de recorrer con sus manos todo el cuerpo de mi mujer y delinear los contornos de su silueta. En medio de ese abrazo interminable, el pene de aquel se insertaba en medio de las piernas de mi mujer, que ya sentía ganas de tener ese miembro dentro de su cuerpo, así que se dio media vuelta, apoyó sus manos en uno de los espejos, inclinó su torso hacia adelante y expuso sus nalgas. Kevin entendió las intenciones de ella y, sin más preámbulos, apunto su barra a la vagina de mi esposa y lentamente la fue penetrando.
La reacción de ella fue inmediata, porque aquel pene la hizo gemir tan pronto entró en su interior. Así que él empezó a meter y sacar delicadamente su miembro. Ella abrió aún más sus piernas para que Kevin la taladrara a placer, sin obstáculos en sus embestidas, mientras ella contorsionaba su cuerpo. A medida que avanzaba el intercambio sus ...