Papá estrena mis tetas nuevas
Fecha: 23/09/2023,
Categorías:
Incesto
Autor: Martina Paz, Fuente: CuentoRelatos
... ningún momento sucedió nada extraño. El contacto de sus manos con mi piel me hacía doler, por lo que no daba lugar a ninguna otra sensación. Él en ningún momento dejó vislumbrar que estuviese sintiendo algo incómodo. Era la primera vez que me veía totalmente desnuda en más de diez años. Y estaba así, desnuda, dolorida, con las tetas enormes e hinchadas, casi retorciéndome de dolor.
Pasó el post operatorio y comencé a amigarme con mi nuevo cuerpo. No podía creer que esas hermosas y perfectas tetas fuesen mías. Si en el pasado dedicaba gran parte de mi tiempo a tocarme y a contemplarme desnuda frente al espejo, desde entonces esa tarea se convirtió en un ritual de cada día. Totalmente redondas, con los pezones siempre arriba, como pidiendo ser besados. Pero no era solamente yo quien estaba encantada con mis nuevas tetas. En el colegio siempre fui muy de llamar la atención simplemente por mi presencia, pero desde que caí por primera vez con mis tetas nuevas, causé sensación. A falta de pocos meses para terminar el año, se me hizo innecesario comprar una nueva remera del uniforme, por lo que, la remera que ya me quedaba ajustada antes, ahora enmarcaba mis nuevas tetas de una forma encantadora e imposible de no quedarse mirando. Las propuestas para salidas, juntadas o, directamente, encuentros sexuales ocasionales, comenzaron a llover de manera incontrolable. A pesar de que estaba totalmente dispuesta a disfrutar de mi sexualidad sin inhibiciones, algo en mí me obligaba a ...
... rechazar cada propuesta. Sin saberlo de manera consiente, me estaba guardando para algo especial. Me estaba guardando para papá.
Luego de esas dos situaciones extrañas con papá, llegó la operación. El doloroso post operatorio le puso paños fríos a esa incomprensible tensión sexual que nos envolvía. Pasaron las semanas y la relación volvió a la normalidad, con algunos pequeños cambios. Varias veces sorprendí a papá mirándome las tetas. No de manera libidinosa, pero era obvio que notaba el cambio. Y no solo en el tamaño, sino que también mi actitud se había visto afectaba. Estaba más contenta, más segura, más expresiva. Estaba totalmente agradecida con él por el regalo, por lo que, también de forma inconsciente, comencé a cercarme más. Me volví más cariñosa, más demostrativa. Nada fuera de lo normal, claro, pero esta nueva actitud estaba encendiendo dentro de él algo que estaba a punto de estallar. Y estalló.
Volví una tarde del colegio y noté que, a causa de la presión, la remera se me había roto en ambas axilas. Una cagada. Por un lado, seguía aferrada a la excusa de que no tenía sentido comprar una remera a falta de apenas unos meses de clases. Pero por otro, me fascinaba como se veían mis tetas así de apretadas. Porque no es que las apretaba para abajo, sino que las contenía dándole una forma incluso más perfecta de la que ya tenían. Así que decidí que lo mejor sería repararla. Busqué el kit de costura de mamá y me dispuse a realizar la actividad en el living. Papá no ...