... el papá también viene al kiosco, pero en verdad no sabe quién es.
-Sí. ¿Viste? Es menor que Aldi, como ocho meses… ¿viste que desarrollo?
-¡Jajaja!
-¿Por qué te reís?
-Porque cuando la vi pensé que tiene tetas y culo… tan lindos como vos…
-¡Jajaja!
Subimos a mi piso sin encontrarnos con nadie.
-Papi… - Este tono mimoso de Clarisa lo conozco muy bien…
-No, no, nena. No quiero defraudar a Mami.
-Un poquito…, un rapidito…
-Mi amor…, vos sabés perfectamente que cada vez que te toco, me caliento tanto que no puedo aguantarme.
-Una chupadita…, nada más.
-No. Igual me dan ganas de acabar…
-No, no yo…, digo…, vos me la chupás. ¡Lo hacés tan rico! ¡Tengo muchas ganas!
-Pero… ¿no estuviste bien esta mañana?
-Si, maravilloso… Pero ahora que estamos solos, me dio ganas de nuevo. Dale chupámela. Es fácil. – Clarisa se sentó en la mesa, levantó las piernas y, como es costumbre en las chicas cuando están conmigo, al no llevar tanga…, tenía todo el espectáculo a mano, culo y concha…
-Está bien, un poquito. - Me incliné hacia su conchita y comencé a besar y lamer. Primero los labios externos…, luego los abrí con la lengua y los mantuve abiertos con los dedos…, y metí la lengua en la vulva, hasta el fondo… Clarisa gemía y suspiraba gratamente. Me acariciaba el cabello. Por supuesto, yo me había puesto al palo. Esa concha es exquisita, absolutamente…
-¡Si, si, así papito! ¡Cómo…aaaaahhhh…me gusta! ¡Muchoooo! - Le mordisqueé el clítoris con los labios.
-¡Papito…! - Y me ...
... inundó el rostro. Sorbí todo lo que pude y la limpié en lo posible…
-¿Viste papito… qué fue rápido? ¡Estaba tan caliente! – Clarisa es inagotable.
-¡Mirá como me dejaste! - Y le mostré el bulto del pantalón.
-Permitime… - Se bajó de un salto. - Te la chupo un poquito…, nada más que para sentirla en mi boca…
-No tesoro, no. Tomemos los bolsos y vamos.
Bajamos y… nos encontramos nuevamente con la vecina del día anterior.
-¡Oh…! Buenos días, señora…
-Muy buenos días…, para ambos… ¿no? – Con una pícara sonrisa de sobradora. – ¿Se mudan? – Dirigió la vista hacia los bolsos.
-No yo, no… Ella es Clarisa, vendrá con la mamá y la hermanita a vivir en casa hasta que reconstruyan la vivienda y el kiosco…
-¡Aahh! De ahí entonces que conozco a la señorita. El kiosco de acá a la vuelta…
-Exacto…
-¡Qué bien! ¿Lo van a hacer de nuevo?
-Si todo… La vivienda también. - Fue Clarisa quién contestó.
-Me parece muy bien. Con tanta clientela quedó chico…
-Si claro…, y pensamos hacer algo parecido a un autoservicio, chiquito pero más amplio que ahora.
-O sea que el señor va a estar acompañado… por un tiempo… - La vecina quería saber cuál es mi relación con ellas…
-Si por suerte… el ingeniero nos invitó a venir acá, así no tenemos que alquilar…, y habrá más dinero para terminar antes, en lugar de gastar plata en alquiler. – Clarisa estuvo rápida en responder…, para “aclarar dudas”.
-Bueno, espero que lo disfruten.
-Sin duda. – Yo estaba más sorprendido que la señora. Clarisa encaró el ...