... manos. Lo primero que hice fue volver a posicionarme detrás de el. Y poco a poco empecé a rozar mi verga endurecida por sobre el pantalón de su pijama. Yo tenía el pantalón de mezclilla que reventaba, y podría jurar que mi ropa interior estaba totalmente humedecida por el pre.
Al ver que Joel no reaccionaba de mala manera, me atreví a hacer un poco más y empecé a literalmente empujar sus nalgas con mi verga lentamente y con fuerza. Entonces escuché que el muchacho soltó una especie de suspiro, más parecido a un gemido ahogado. ¡Lo estaba prendiendo!
Sin medirme más acerqué mi boca a su nuca y deposité un suave beso en el cuello. Noté que Joel agachó ligeramente la cabeza, como dándome permiso para hacer con él lo que yo quisiera. Así que no desperdicié la invitación, y sin dejar de frotar mi verga en sus nalgas procedí a usar mis manos. Con mi mano izquierda lo tomé de la cintura, suavemente, y luego con la derecha me dispuse a tocarle el pecho por encima de su playera. Su corazón latía como loco y sentía un calor muy intenso emanar de su entrepierna y sus axilas.
Empecé a levantarle la camisa por atrás y fui recorriendo cada centímetro de su vientre con mis manos, subiendo hasta llegar su masculino pecho en el que me encontré con un par de pezones suaves y de punta endurecida. Empecé a juguetear con uno de ellos. Con mi mano libre recorrí el camino de vellos que se perdía en el inicio de su pantalón y bajé un poco más hasta atorar mis dedos en su maraña de pelo ...
... púbico. Un pelo delgado por la juventud, además de humedecido por el sudor.
Joel se quitó rápidamente la playera dejándome total libertad de su torso, el cual disfruté por mucho tiempo. Bajé mi vista y me encontré con el par de nalgas gordas. Bajé besando su espalda hasta llegar al elástico de su pantalón, y sin más tiempo que perder, se lo bajé de un violento tirón.
Ante mí apareció el culo más delicioso que hay visto en mi vida. Joel tenía un par de nalgas de campeonato, gordas y levantaditas por el futbol, deporte que por cierto también le dotó de un par de piernas espectaculares. No pude evitar esbozar una sonrisa al encontrarme con un par de nalgas mucho mejores que las de mi novia. Tome ambos cachetes con ambas manos y el puro contacto casi me causa una corrida involuntaria. Era tanto el calor que sentía que me quité, casi me arranqué toda la ropa y me quedé en bolas como Joel.
Empecé a amasar sus nalgas, apreciando cada centímetro, luego de deposité un beso a cada nalga como si estuviera hipnotizado por estas. Separé ambos cachetotes y ante mis ojos apreció un orto virgen rosado, ya con algunos pelitos negros muy delgados, cerrado y diminuto, que parecía pedir a gritos ser cogido. Joel había nacido con un culo que tarde o temprano alguien iba a estrenar, fui todo un afortunado al ser yo.
Salivé mucho como si estuviera ante un manjar, y no pude evitar lanzarme al ataque ante ese ojo prohibido. Posé mis labios húmedos sobre su asterisco y lo besé como si no hubiera un ...