Acosando al becario nuevo hasta la perdición (I-II)
Fecha: 31/01/2023,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos
... la presión contenida, mi verga seguía dura como un mástil y mi slip impregnado en ese primer jugo de una excitación contenida. En mi imaginación di riendas sueltas a mis fantasías; es que ahí sí podía tener total control de la situación, podía ser el macho y no estar de rodillas a sus pies, en mi cabeza ella venía a increparme como acostumbraba a hacer y yo solo la tiraba sobre el escritorio para hacerle el amor como un salvaje, a la fuerza, sin rodeos, nada importaba. Yo solo tenía el control y ella era mi perra, me saciaba llenándole todos sus agujeros, su concha, su boca, su culo, Elizabeth solo gemía descontrolada, y sentía sus afiladas uñas lastimando mi espalda, yo solo ya no podía...
Cuando terminé y la excitación había pasado, recompuse mi postura, me lavé el rostro con agua fría y me quedé un par de minutos viendo mi rostro reflejado en el espejo.
Luego volví a mi oficina, a mi silla, tenía demasiado trabajo pendiente, como cada día, pero por alguna extraña razón ya no podría volver a concentrarme, mi mente buscaba respuestas que no encontraba, perdida en un laberinto sin salida, solo miraba a través de los vidrios, ella aun no regresaba, solo observaba su lugar, su escritorio su silla, su puesto de mando, en mi nariz aún llevaba impregnado su perfume, cerré los ojos, me sentí perdido
ELIZABETH
Daban las siete con cuarenta de la tarde y regresaba a mi oficina, de reojo miré al pobre chico exactamente como lo había dejado por la mañana. Aún debía poner ...
... al corriente los pendientes que le había heredado su antecesora en el puesto.
Todo mundo se había marchado, el primer turno terminaba a las cuatro y el turno de apoyo hasta las ocho. Todos los días son diferentes y se suele rolar los horarios, excepto yo claro, que trabajo de sol a sol y un poco más. Sin embargo, aquel becario nuevo, debió terminar su jornada como mucho a las seis de la tarde.
Retomé postura recta frente a mi escritorio y el sonido del teclado comenzaba a resonar furioso en el ahora pacifico lugar. La algarabía del medio día se había apagado. El despacho estaba vacío, ya no quedaba más que hacer, sino actividades administrativas.
Crucé mis tobillos coquetamente tranzando uno de tras del otro, y me terminé de subir mi falda hasta donde terminan las piernas y comienzan los glúteos. Ahí donde mis medias se entallaban en mi piel con los encajes de su tela, afianzada con el broche que impedía su caída, sujeto a la lencería que rodeaba mi cintura.
Lo miré de nuevo, y esta vez nuestras miradas se cruzaron. Pude notar cómo sus ojos se abrían sorprendido, desviándose de mi rostro hasta donde mis manos sobaban mi cuerpo. Inexpresiva, le arrebaté la mirada. Acomodé mis anteojos en mi rostro y continué con mi trabajo.
Ya no era el morbo del momento lo que me motivaba a exhibirme, más bien era el descaro sin misericordia de seducir a aquel chico, lo que me encantaba del momento.
Quizá quería adelantar el trabajo a rezago, pero no. Nada, ese tipo se había ...