Tabú 01. Una tarde de limpieza
Fecha: 15/11/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: MisterEddy, Fuente: CuentoRelatos
... estar’ del apartamento, de pie ante el sillón de Héctor, como esperando audiencia, con las manos cogidas delante del vientre.
—Anda, pues es que… resulta que no tengo fregona —responde Héctor—. A ver si compro una, de momento tendrá usted que fregar el suelo de rodillas, como se hacía antes…
Ella lo mira otra vez fijamente, tanteando en su mirada la fuerza, la intención. No le gustan a Guadalupe los aprovechados, los fanfarrones. Sondea en los ojos de Héctor durante unos segundos, hasta que siente de verdad natural e ineludible aceptar sus palabras. Entonces baja la vista con una oleada de calor en el rostro.
—Sí, señor.
Pronto la ve Héctor avanzar a cuatro patas por entre los muebles del apartamento, con un pequeño balde de agua, y algún tipo de esponja o estropajo. En esa postura, la exigua bata se le recoge prácticamente en los riñones, dejando al aire su poderosa grupa. Héctor la contempla con la mayor desenvoltura, se ha levantado incluso y sorbe una copa de vino situado tras ella. Aprecia sus nalgas, enormes, carnosas y bien torneadas, solo parcialmente cubiertas por la braga —un lado más que el otro—. Entre ellas pueden apreciarse las formas de una vulva muy marcada. Las caderas y la zona superior de los muslos se ven ensanchadas por la grasa, que les hace perder una curvatura perfecta, pero no su morboso atractivo. La parte baja de los muslos, ya hacia las corvas, es más delgada y la surcan finas arrugas paralelas. Para deleite de Héctor, la propia acción ...
... de fregar imprime a los cuartos traseros de la mujer un balanceo cadencioso, un movimiento como autónomo, rítmico, de las nalgas que se entreabren mostrando sus pliegues internos.
Sin duda es consciente Guadalupe de cómo son observadas sus intimidades, pues alguna vez ha girado la cabeza hacia su patrón, mirándolo brevemente con aire avergonzado, pero sin hacer nada por cubrirse ni mostrar rechazo a la situación. Héctor observa sus rodillas, con la piel de la zona interna algo floja, pero aún anchas y fuertes; y cómo las levanta y apoya con precaución y con algún ademán de dolor por la dureza de las baldosas.
—Guadalupe, ¿le duelen las rodillas?
Ella vuelve la cabeza sin cambiar de postura, con las manos apoyadas en el suelo, doblando sólo un poco la cintura y dejando su trasero bien expuesto en primer plano. Mira a Héctor de abajo a arriba, con los labios entreabiertos.
—Un poco, señor.
—Bueno, aguante un rato más, ya le queda poco por fregar —le responde él con una sonrisa comprensiva.
Está disfrutando realmente de la actitud sencilla y dócil de la limpiadora, una actitud que le excita incluso físicamente. Aprecia la expresión sensata y sabia, de sus ojos; el esfuerzo humilde de su cuerpo trabajando a sus pies.
—Sí, señor.
Y vuelve a frotar el suelo con energía, dando un meneo rítmico a todo su cuerpo, semidesnudo, plantado a cuatro patas sobre las baldosas.
***
—El tratamiento que le diste a mariposa en los pezones el otro día, me puso de lo ...