1. ¿Quieres conocer el sabor de mi coño?


    Fecha: 19/10/2022, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    Lo que os voy a contar ocurrió en una aldea de Galicia hace mucho tiempo, mirad si pasó tiempo que de aquella las mujeres consideraban que era de putas afeitar sus coños peludos y los hombres estaban orgullosos de tener pelo en el pecho.
    
    Era una tarde de primavera, yo estaba sentado bajo un roble fumando un Winston y contando hormigas para matar el aburrimiento. Oí una voz que me decía:
    
    -¿Me das un pitillo?
    
    Levanté la cabeza y la vi, era mi sobrina Laura. Vestía un vestido de color verde que le llegaba a las pantorrillas y calzaba unas sandalias marrones. Le pregunté:
    
    -¿Tus padres saben que fumas?
    
    Laura tenía mucha confianza conmigo y sabía que no le iba a ir con el cuento a mi hermana, me respondió:
    
    -No, fumo a escondidas.
    
    -A escondidas y marca si dan.
    
    -¿Me vas a dar el pitillo o no?
    
    -Deja que te mire bien.
    
    Dejó que pasaran unos segundos y después me preguntó:
    
    -¿Qué ves?
    
    -Una belleza morena, de estatura mediana, ojazos azules, cabello largo de color marrón que tiene un cuerpazo y que no debía fumar.
    
    -Pensé que ibas a decir alguna barbaridad. Suelta el pito.
    
    Eché la mano a mi entrepierna y le dije:
    
    -No me lo digas dos veces que lo suelto.
    
    Le dio la risa.
    
    -Ese no, el de fumar.
    
    -Este también se chupa.
    
    -Sí, pero no sale humo.
    
    -¿Y qué sale?
    
    Me dijo con retranca:
    
    -Vino blanco con gaseosa.
    
    -Para premiar tu sabiduría tendré que darte ese pitillo.
    
    Saqué la cajetilla y le di un cigarrillo. Me preguntó:
    
    -¿Me ...
    ... das fuego?
    
    -¿Quieres también que te lo fume?
    
    Se mosqueó.
    
    -¡Ay qué coño, tío! ¿Me das fuego o no?
    
    Saqué el mechero, se inclinó y le di fuego.
    
    -¿A dónde vas, Laura?
    
    -A marcar.
    
    Ir a marcar le decíamos en la aldea a ir en busca de pinos secos para luego ir a cortarlos de noche, así el dueño del pinar no te pillaba. Cómo no tenía nada mejor que hacer, le miré para las tetas con descaro, luego para la entrepierna y después le pregunté:
    
    -¿Y a ti ya te marcaron?
    
    Le echó una calada al cigarrillo y después me respondió:
    
    -Esas no son cosas tuyas, pero no, no me marcó nadie.
    
    -Si no te marcaron seguro que te marcas tu sola.
    
    Marchándose dijo:
    
    -Me voy que hoy te veo muy salido.
    
    -Quinientas pesetas.
    
    Se dio la vuelta y dijo:
    
    -¿Qué?
    
    -Que te doy quinientas pesetas por ver cómo te marcas.
    
    No se escandalizó por la proposición indecente.
    
    -Sí que andas salido, sí. ¡¿Me pagarías quinientas pesetas por ver cómo me hago una paja?!
    
    -Sí, y por ver cómo te corres.
    
    -¿Y no querrías nada más?
    
    -Si hubiese algo más sería porque tú querrías que lo hubiese.
    
    -Este no es lugar para hacerme una paja, pero mira, si se presentase la ocasión, en un lugar íntimo, la respuesta sería sí, aunque te costaría dos mil pesetas.
    
    Era un dineral, pero ver a mi sobrina masturbándose lo valía.
    
    -Las pagaría con mucho gusto.
    
    -Créeme, el gusto iba a ser todo mío.
    
    Se fue y volví a contar hormigas.
    
    El caso fue que la ocasión se iba a presentar el día que ...
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