Conspiración en silencio
Fecha: 14/06/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
... muy guapa tu amiga", respondióSuso con un acento de mariconeo muy característico.
Me cogióde la mano y, junto a mi amiga, nos dirigimos los tres al segundo piso de la casa, donde Suso aplicaba sus tratamientos y servicios adicionales. Pablo permanecióabajo para atender cualquier urgencia estilística del pueblo. Yo no acababa de entender muy bien quées lo que estaba pasando ahíy, sobre todo, no se me ocurría quétenía que ver todo esto con la supuesta deuda contraída con Ana. Nunca me he sentido incómoda junto a un gay, asíque estaba bastante relajada esperando los acontecimientos paso a paso. Y el siguiente no pudo ser más sorprendente:
"Nenita bonita, ya puedes sentarte en esta silla para dejarme trabajar", me invitóSuso ante mi incertidumbre.
"Vamos Eva, quítate las braguitas y súbete la falda antes de sentarte, que Suso va a depilar ese coño boscoso que tienes", soltóAna dejándome estupefacta.
"¿Coño boscoso? Si solo tengo una autopista de hormiguitas..." Me defendíyo.
"Bueno, pero Suso es un maestro de la depilación y te dejarála patata más bonita de la comarca", resaltóAna con una sonrisa.
Mientras el maricón se centraba en reunir las herramientas necesarias para su operación pilosa, mi amiga se aseguraba de que yo estaba obedeciendo sus instrucciones, deslizando hacia abajo mi prendaíntima, levantando mi falda y acomodándome en la silla de barbero con dos estribos que aseguraban una apertura apropiada, una altura determinada y la máxima ...
... comodidad. "No te preocupes, nena, es el tío más gay que conozco, te lo juro", me iba susurrando Ana al oído mientras me situaba en la silla.
Agradecísinceramente esas palabras de Ana, porque Suso ya se había sentado entre mis piernas y comenzaba a embadurnar mi coño con la espuma que después serviría de bálsamo a la cuchilla. Mi amiga se había colocado a mi lado, asegurándose de evitar cualquier movimiento de mi cadera que acabara en una escabechina coñil, aunque enseguida pude confirmar la destreza de mi estilista entre mis carnes sensibles. Efectivamente, Suso mostraba un talento especial a la hora de trabajar los rincones peludos de un chocho, lo cual no dejaba de ser una ironía muy extraña teniendo en cuenta su inclinación personal. Pero eso poco importaba ahora. La auténtica realidad es que Ana estaba calentándose por momentos oteando cómo un mariquita chillón y estridente toqueteaba mis partes, y muy pronto entendíque albergaba la esperanza de que yo me pusiera tan cachonda como ella con esta situación. Sin duda, era el morbo de Ana, y sobre la marcha lo estaba descubriendo. Lejos de pretender desilusionarla, decidíentrar en su juego y, a la vez que el peluquero le pedía que me levantara bien una de mis piernas para acceder con más facilidad al vello de mi oscuro anillo, yo estirémi mano hacia abajo para sacarla fuera de la silla y ubicarla bajo la falda de mi compañera, justo acariciando uno de sus muslos. Ella agradeciómuchísimo ese gesto de simetría sexual, y me lo ...