... Valeria. No me oyó llegar así que dio un salto cuando le toque la espalda.
—Oye, tienes un segundo…
—Shhhh
Casi de inmediato me tapo la boca para callarme.
—Mira esto —me susurró señalando el cuarto de las chicas.
Haciéndome un pequeño espacio para ver, me adelante. La puerta del cuarto estaba entreabierta, dejando ver en el interior. En la cama, estaba Gina acostada, aun usando su bikini de top azul con rayas blancas y con una gorra en la cabeza volteada hacia atrás, y con los ojos cerrados se estaba masturbando. Al verla me quede con la boca abierta, su mano izquierda había hecho a un lado la parte inferior del bikini, el cual era de un color crema, y con su otra mano sobaba su entrada con un ritmo pausado. Abría y cerraba las piernas en señal de que gozaba lo que estaba haciendo y unos ligeros gemidos salían de su garganta.
—¿En serio la estás espiando? —le susurre a mi amigo volteándolo a ver.
—Iba a hablar con ella para pedir que saliéramos a una fiesta esta noche como una cita, pero así estaba la puerta cuando llegue —me susurró de vuelta y luego clavando su vista en ella.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Un bueeen rato —dijo sin despegar la mirada de Gina.
Sin poder evitarlo, yo también la observe. Una parte de mí sabía que estaba mal mirar a escondidas a una chica mientras se masturba, pero una extraña sensación de excitación se apoderó de mí. Aun no estaba seguro si había imaginado a Jimena viéndome tener sexo con Ori, pero si realmente lo ...
... había hecho, entendía porque. La excitación se combinaba con la adrenalina de ser descubierto, era increíble.
Los gemidos de Gina se intensificaron y su cuerpo se retorció por el gusto que estaba recibiendo. Decidió quitarse las bragas para poder utilizar su mano y apartar el bikini para poder apretar sus pezones. Mi amigo y yo estábamos hipnotizados, Gina metía su dedo dentro de su rajita y se lamía los labios con deseo.
—Creo que deberíamos irnos antes de que nos descubra —le dije a mi amigo.
Su mirada reflejó decepción, pero entendió lo peligroso que podía ser si se daba cuenta que la veíamos. Nos dispusimos a irnos, cuando Gina gimió algo que nos hizo detener.
—¡Oh, Alex!
Ambos nos miramos y casi podía jurar que teníamos la misma expresión en la cara. Regresamos a nuestra posición de vigías. Gina se mordía el dedo índice mientras su otra mano no dejaba de castigar su vagina.
—Así, Alex, así —gemía.
—¿Está… masturbándose pensando en mí? —susurró mi amigo con sorpresa.
Asentí sin despegar la mirada.
—¿No será otro Alex?
—¿Conoce a otro? —pregunte mirándolo.
Mi amigo sólo me vio, pero no dijo nada. Volvimos a mirar a Gina, me sentía excitado por vigilarla, pero no podía ni siquiera pensar como estaba mi amigo considerando que ella se gemía su nombre.
—¿Qué hago?
La sorpresa me tomó por sorpresa y lo volteé a ver.
—¿Cómo voy a saber? No es conmigo con el que se está masturbando. Sigo opinando que deberíamos irnos, si te descubre que ...