... adelantó y se fue a su cuarto a preparar su ropa para cuando Valeria acabara. Sin más remedio, regresé al cuarto principal para también yo tomar una ducha, dejando a mi amigo solo.
Para mi sorpresa, Ori estaba tirada en la cama, aun con el bikini puesto, el pelo mojado y una toalla húmeda en el suelo.
—Amor, creí que habías ido a bañarte —dije bajando las escaleras.
—¡Ah! ¡¿Ahora si te importo no?! —me dijo enojada levantando la cara, sus ojos estaban completamente rojos, pero no podía decir si era por el cloro o porque había estado llorando—. ¡Por eso te dije que no querían que vinieran!
—¿De qué hablas?
—Ya vi cómo las ves, a Jimena, Gina, a todas.
—Espera, ¿de qué estás hablando?
—Yo no soy suficiente para ti. Así que te pones a ver a otras chicas y enfrente a mí.
Me quede de piedra con lo que estaba diciendo. Era un ataque de celos, era casi el mismo discurso que me había dado aquel día.
—Si tanto las quieres vete con tus putas. Total, aquí yo puedo estar muriéndome en llanto y a ti ni te importa —me dijo casi gritando.
—Amor, ellas son tus amigas, yo ni siquiera tengo nada que ver.
—¿Y qué, eso las hace menos putas? Vi cómo le hacías ojitos a Mishel en la feria en las malditas tazas, y vaya que no pusiste objeción cuando jugamos poquer.
—Pero tú no te puedes subir a las tazas porque te mareas, y además desde donde yo estaba parecía que también te estaba gustando —contesté ya un poco molesto también.
—¿Y qué me dices de Valeria y ...
... de Gina? No les has quitado el ojo de encima desde que llegaron. Te la comes con los ojos.
Abrí la boca y fruncí el ceño. Quizá era cierto que quien había visto en unas cuantas ocasiones había sido Jimena, pero ¿Valeria y Gina? Nunca lo había hecho, o bueno Valeria el primer día nada más, una vez; pero de eso a lo que me estaba diciendo Ori era muy diferente.
—Yo no he hecho tal cosa, estoy contigo y…
—Y es mi culpa ¿no? Por acceder a traer a mis amigas tan buenas para que el señorito se pudiera deleitar el ojo. Si hubiéramos venido solos como te dije…—no terminó la frase pues se puso a llorar.
Pero en vez de sentir pena, sentía hartazgo y molestia. Lo estaba volviendo a hacer, intentaba manipularme, me quería hacer sentir culpable, quizá al principio de la relación había cedido, pero ahora…
—Ori…
—Olvídalo quieres —me dijo y se metió al cuarto de baño y comenzó a llorar.
Una parte de mí sabía que sus lágrimas eran reales, que en cierta forma le lastimaba lo que estaba haciendo, pero otra parte de mí se dijo que no podía dejar que siguiera pasando esto en la relación, era demasiado dependiente de mí, y eso estaba mal en muchos sentidos.
Irritado, decidí salir de la habitación. Necesitaba aclarar mi mente, quería hablar con alguien, así que me dirigí a la habitación de Alex.
Cuando llegue a la puerta estuve a punto de tocar, pero note que mi amigo estaba en el pasillo, pegado a la pared.
Me acerque extrañado, pues estaba cerca del cuarto de Gina y ...