1. Después de corrido aún me gusta más comer un coño


    Fecha: 04/10/2022, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    ... verdad quieres oír la parte guarra?
    
    -Sí, carajo, dime que es eso guarro que le harías a una gorda cómo yo.
    
    -Tú no estás gorda.
    
    -¡Y dale! ¿Qué harías?
    
    Le estaba acabando con la paciencia así que sacié su curiosidad.
    
    -Me gusta calentarla hasta que se moja y luego comérselo hasta que se corre. Después de corrido aún me gusta más comer un coño, está más rico, está rico, rico, rico... Lo devoro hasta que la mujer se vuelve a correr en mi boca
    
    La venezolana comenzó a tener serias dudas sobre mi estado. Se separó de mí y me dijo:
    
    -Dime una cosa. ¿Estás encandilado?
    
    -Sí, me encandiló tu mirada.
    
    -Te encandiló lo que sea que estás bebiendo.
    
    -Estoy bebiendo tónica. Me limitaba a decirte lo que me gusta hacerle a una gorda.
    
    Volvió a bajar la mascarilla, echó otro trago, montó una pierna sobre la otra, y me preguntó:
    
    -¿Y a una delgada no?
    
    -Todo lo que viene a la red es pescado, pero las gordas me gustan una barbaridad. Hay más dónde agarrar.
    
    -¿Siempre le hablas tan sucio a las mujeres cuando quieres coger con ellas?
    
    -¿Sucio? Hablar sucio es hablar de comer un culo de mujer. ¿Quieres que te diga cómo lo cómo?
    
    Descabalgo la pierna, se alejó de mí y me dijo:
    
    -¡No!
    
    -Vale, pero no levantes la voz.
    
    Era muy curiosa, lo supe porque se volvió a acercar a mí, y con su boca cerca de mi oído, preguntó:
    
    -¿Para qué le comes el culo a una mujer?
    
    -¿Para prepararla?
    
    -¿Para qué...? No me lo digas, no me lo digas. ¡Qué cabrón! Y decías que ...
    ... no querías calentarme.
    
    -¿Acaso lo hice?
    
    -No, pero por intentarlo no quedó.
    
    -No se te escapa una.
    
    -¿A ti tampoco, verdad?
    
    Me di por vencido. Bajé del taburete en el que estaba sentado, y dejando el vaso con la tónica más de mediado, le dije:
    
    -Tú sí, tú te me escapas viva. Bueno, encantado de haberte conocido... Cómo te llames.
    
    Me preguntó:
    
    -¿Vas para tu hotel?
    
    Intuí que se abría una puerta y me lancé:
    
    -¿Te gustaría ver mi habitación?
    
    Se ve que la había calentado, ya que me respondió:
    
    -A cincuenta metros de aquí hay un jardín, espérame allí.
    
    Vamos al turrón.
    
    Entramos en la habitación del hotel, cerré la puerta, la miré y vi que estaba mirando para las dos camas gemelas. Me preguntó:
    
    -¿No estás solo?
    
    La cogí por la cintura, la besé en el cuello, y le respondí:
    
    -No, vine a Venezuela con mi socio, pero no te preocupes, ese no vuelve hasta la noche.
    
    Le quité la mascarilla, quité la mía, las puse sobre un mueble y fui desabotonando su camisa mientras la besaba, en el cuello, en las orejas y en la boca cuando giró la cabeza. Al quitarle la camisa y el sujetador le eché las manos a sus chiquitas y calientes tetas, se las magreé, moje en la lengua dos dedos de cada mano y le acaricie los pezones. Mi polla empalmada se moría por salir de su cárcel. Le di la vuelta. Me arrancó la camisa. Los botones saltaron por los aires y su boca me comió las tetas...
    
    Estaba muy excitada. La tiré sobre la cama, le quité las deportivas, le quité el ...