1. El celular de Alexia (Cap. 2): La niña ya no es una niña


    Fecha: 19/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... ojos de color miel, su cabello castaño claro con cierto toque rojizo. De repente me pareció muy familiar, sin embargo, no podía recordar de dónde la conocía.
    
    — Te espero —le dijo al Negro, con cierto tono de reproche.
    
    Dio media vuelta y se marchó por donde vino. Me quedé mirando su cola manzanita y sus piernas kilométricas.
    
    — ¿Te acordás de ella? —preguntó el Negro con una sonrisa traviesa—. Lindo culo, ¿no?
    
    — Sí —reconocí, y respondiendo a la primera pregunta, agregué—: No la recuerdo, pero me parece conocida.
    
    — Es Macarena, la hija de don Gerardo.
    
    Mi cabeza hizo clic. Don Gerardo, como le decían todos como muestra de respeto, era el histórico almacenero del barrio. Su despensa había estado abierta por más de cuarenta años. Macarena no era su hija biológica, sino una sobrina nieta a quien, junto a su mujer, habían adoptado como propia. Recordé a la chica con su uniforme de escuela yendo y viniendo detrás de las estanterías del local. Sin embargo, hacía más de tres años que su comercio había fundido, y se mudaron de barrio en busca de nuevas posibilidades. El último recuerdo que tenía de Macarena era el de una niña tímida y voluntariosa.
    
    — ¿Te la estás cogiendo? —pregunté, incrédulo—. Pero… ¿Cuántos años tiene?
    
    — Tranquilo, ya es mayor de edad. Si ves su Instagram, ahí hay fotos de su cumpleaños número dieciocho. Todo legal señor policía. —Bromeó—. ¿Es linda no?
    
    — Sí, claro —admití—. Bueno, no quiero molestarte más.
    
    — No es molestia, pero las ...
    ... pendejas son muy exigentes viste… así que mejor le doy lo que quiere, sino lo va a buscar con otro.
    
    — Gracias por escucharme chabón —le dije dándole un abrazo.
    
    — De nada, y quédate tranquilo. Por lo que me contás, tu relación con Ale es muy linda, y muy sana. Si a ella le gustan esos jueguitos, seguile la corriente, no lo pienses tanto.
    
    Volviendo a casa pensé en Macarena. No imaginaba que a una chica tan joven le gustaran los hombres mayores. ¿Tendría yo alguna oportunidad si hubiese intentado algo? De todas formas, nunca hubiese coqueteado con una adolescente. Por más que legalmente fuera mayor de edad, me parecía muy chica. Pero me intrigaba la idea.
    
    El Negro Rivera era una fuente inagotable de información y anécdotas. ¿Los Aguirre swingers? Eran increíbles los secretos que se ocultaban dentro de cuatro paredes. De hecho, Ale y yo teníamos también los nuestros. ¿Tendría ella sus propios secretos? Tenía todo el derecho, siempre que no me afectara a mí.
    
    — ¿Todo bien? —preguntó Alexia cuando volví a la casa.
    
    — Si, qué tal tu día.
    
    Ella estaba de espalda, preparándose una taza de té en la mesada de la cocina. Me respondió que fue un día rutinario en el estudio contable. Me acerqué y palpé su trasero.
    
    — ¿Qué pasó en lo de Rivero que viniste tan alzado? —preguntó, afilada.
    
    — No pasó nada —dije, sin dejar de manosearla— ¿No me puedo calentar con sólo ver el culo de mi hermosa mujer?
    
    Alexia rio. Besé su cuello, haciéndole cosquillas.
    
    — Ay, ahora no mi ...
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