... lentamente hasta dejarle la concha libre, toda entera para mi vista. La concha de mi prima, era toda para mí.
Metí mi cabeza entre sus piernas y me dediqué un instante a olerla bien. Los flujos parecían hipnotizarme.
- Dale, Rodri. Metele lengua a la concha de tu prima. – me apuró, simulando una inocencia que ambos sabíamos que no tenía. – Chupame la concha, que me muero.
Y así lo hice. Primero con la punta y luego con la lengua entera. Al primer lengüetazo nomas la pija me empezó a latir. La suavidad de su piel, erizaba la mía. Una y otra vez le recorrí toda la vagina a mi prima. Era un manjar. No sabía, en ese momento, cómo podría dejar de chupársela alguna vez. Deseaba poder vivir lamiéndola. Sus labios, su clítoris, el agujero, eran los nuevos dueños absolutos de mi boca. El sabor de sus fluidos, casi amargos, casi dulces, casi salados, penetraban mi mente hasta dejarme soñando, despierto.
- Ahhh. Ahhhh. Ahhhhh. – le escuchaba decir.
Puse mis dedos sobre su clítoris y como si mi lengua fuese la punta de la verga, comencé a metérsela y sacársela. Penetrarla de esa forma nos enloquecía a ambos.
- Ahhhhh.
Luego invertí los papeles. Mi lengua se dirigió hacia el clítoris y mis dedos hacia su interior. Mi prima volvió a gritar, esta vez más fuerte y sobre mi boca acabó. En ese momento mezclé en mi paladar su acabada con la mía, ya seca sobre la piel y sin siquiera tocarme la pija, creí que iría a eyacular. Me tragué todo lo que pude. Todos los líquidos ...
... que encontré en cada rincón de su conchita, fueron a parar a mi garganta. Y aunque cada vez quedaba menos, no podía dejar de comer.
Julia puso una mano en mi frente, para que la mirara a la cara. Una vez más, le obedecí. Su rostro era de satisfacción absoluta. A aquella mirada mitad picara y mitad inocente, se le sumaban unas gotas de agradecimiento.
- Veni a cogerte a tu putita ahora. – me indicó un segundó más tarde, y asi lo hice.
Todavía con el vestido puesto, acomodé sus piernas. Las abrí un poco más para apoyar la pija en la entrada de su concha y volví a metérsela hasta el fondo. Me tomé unos segundos para clavar ese momento en mi memoria, para siempre. El roce apenas perceptible de mi verga en su conchita depilada era de esas cosas que uno debe tener siempre guardado, como un tesoro.
Hasta que ya no pude más. El mete y saca se volvió más rudo, plenamente salvaje. Y con sus uñas recorriendo mi espalda, acabé dentro de ella. El mejor orgasmo de toda mi vida me lo había dado la puta de mi prima. Se sintió tan fuerte que los anteriores orgasmos, ni siquiera parecían orgasmos. Este fue totalmente diferente. Cien, Mil, Millones de veces más fuerte. Y era sólo el primero.
Todavía sin ser del todo consciente de lo que había ocurrido, volví a empujarle el pito más adentro. Como para que reciba hasta la última gota de mi semen.
La besé en la boca nuevamente, agradecido por ella. No simplemente A ella. Agradecido, a la vida, POR ella.
Mi verga salió de su ...