Fecha: 17/09/2022,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... de nuevo con nuestros invitados; la noche ya había comenzado, pero estaba lejos de acabarse.
Ramón se sentó en el individual y yo me quedé en la cocina sirviéndome un agua mineral con ginebra.
Sabía que me veían, que veían a otra, una distinta de la que los recibió,: veían a una mujer sin obstáculos, firme y decidida; porque así me sentía: dispuesta a que el placer fuera mío.
Me senté en las piernas de Ramón, le dí un beso en la mejilla y el me tomó de la cintura; volteé a ver a Ernesto, que permanecía desnudo, presumido, a diferencia de sus compañeros de faena, que llevaban sus pantalones sin abrochar el cinturón, igual que Ramón, descalzos, en espera de lo siguiente, mis ojos clavados en los ojos de Ernesto, le pregunté: -¿disfrutaste de mi?- a lo que contestó seguro y altanero que si, pero que podía hacerlo mejor, -No lo dudo, dije yo, -pero vendrás después, añadí.
Acerqué mi boca al oído de Ramón, quería continuar, sabía quienes eran los que quería para lo siguiente, le pedí que le dijera a Alejandro que se quedara en el sillón de tres plazas, solo; sus compañeros se levantaron y él se deslizó el pantalón hacia abajo; totalmente desnudo, comentó a jugar con su verga mientras yo le daba un sorbo a mi bebida, viendo su juego mientras Ramón mordía mi pezón.
Me levanté, sin ver más que la verga de Alejandro estaba tomando forma, pasaba de ser un tanto flácida a poseer un empalme digno. Le di mi bebida a mi hombre y me acerqué a mi nuevo amante, me senté junto a ...
... el, tomé su incipiente erección en mi mano y le besé en la boca mientras meneaba eso que sería mi juguete, lo besé y nuestras lenguas peleaban. Su verga estaba cada vez más dura, me agaché para lamer la punta, el hombre dejó liberar su lubricación, eso me prendía, con el tronco suave en mi boca, busqué con la mirada a Juan y entrecerrando mis ojos, supo que tenía que acercarse a nosotros. Se quitó el pantalón y lo aventó al fondo de la habitación. Su falo ya poseía un empalme decoroso, pero lo paré en seco, saqué de mi boca el jugoso miembro de Alejandro e invité a Juan a besar mi boca, su salivar se fundió con los fluidos de Alejandro, nada importaba: tomé su cabeza y la dirigí a mi vagina que se asomaba ya brillante de excitación debajo de la mojada tanga azul.
Obediente Juan, se hincó ante mí e hizo un buen trabajo tomando mis muslos para abrir mis piernas y morderlas en sus caras interiores. Mis pies flotaban mientras Boca de Juan, el más joven de los cinco hombres, se acercaba a mi vagina, lamiéndola sobre la tela de encaje, los fluidos contenidos de la excitación afloraron transparentando todo, escurriendo por la redondez de mis nalgas, y depositándose en el cojín del sillón que nos alojaba.
Mi lengua repasaba a Alejandro, quieto, su verga alcanzaba un tamaño delicioso con la presencia de mi boca, igual que mi vagina, se hinchaba palpitante de deseo mientras Juan jugaba a transformar su lengua en un instrumento que explorara mi interior.
Alejandro gemía lento, ...