Fecha: 17/09/2022,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ordené que invitara a Daniel. Ramón, nuevamente, maestro de ceremonia, sólo con los ojos apuntándolo, hizo que se acercara. Su caminar fue torpe, se quitaba la camisa y los pantalones con premura, cuando se quitó el bóxer, dejó escapar ese pene que brillaba, gracias a esas gotas transparentes que expulsaba, indicador de deseo, indicador de urgencia.
Daniel se acercó, ya completamente desnudo se arrodilló frente a mi cara. Su cuerpo era maduro pero con fuerza, sujetaba su sexo con firmeza, se notaba extasiado. Ramón seguía ahí, con su pantalón puesto pero sin abrochar, al lado de su amigo, de su colega de esto; me veía sonriente mientras Daniel deslizaba la punta de su pene frente a mi boca, que lentamente fui abriendo, yo sin despegarle la mirada a Ramón, accidentadamente, la tranca de Daniel fue entrando, difícil: las embestidas de Ernesto eran cada vez mas fuertes, más rápidas, más salvajes.
Los dos hombres que me tenían a su merced jugaban con empujarme y jalarme hacia ellos, entendieron el ritmo, Ernesto empujaba su precioso miembro dentro de mi ano, impulsando mi cuerpo hacia adelante, lo que hacía que el pene de Daniel entrara en mi boca y se tallara contra mi lengua, que recibía su sabor y se esforzaba en acariciarlo. El placer crecía, Ramón abrió su pantalón y tomó su verga entre sus manos para estimularlo, no veía a Juan ni a Alejandro, pero sabía que también se masturbaban; habíamos preparado eso para que lo hicieran, para dar un espectáculo: lo único que ...
... veían era la verga mas grande de las reunidas ahí, entrar y salir por el ceñido lugar que se encontraba entre mis dos nalgas, disparando hacia afuera el semen de mi amante anterior. Se producía un chasqueo sonoro cuando sus huevos golpeaban mi húmeda vagina, que como con vida propia, por momentos, hacía que esos huevos se quedaran pegados a ella, como si los besaran, como si de una boca se tratara e intentara tragárselos.
Mi mirada fue contundente, Ramón sabía que tenía que parar a Ernesto y así lo hizo, mientras se levantaba dejando su pene expuesto, dio la orden:
-Ella necesita saber que es deseada, necesita tu semen sobre ella, como el mío, como el de todos, es una ofrenda, un voto, un homenaje…
Ernesto entendió, sabía que tenía que acatarlo, que en voz de Ramón, esa era mi orden y mi deseo. Comenzó a sacar lentamente su tranca, pero solamente para preparar su última embestida, tan fuerte y rápida que me hizo gritar de un dolor que esperaba, que deseaba, quedándose dentro, mandando a su pene a que buscara más, que se metiera más. Sentí el torrente sanguíneo correr por ese acorazado que inundaba mi túnel, sentí con los labios de mi vagina esas dos bolas pesadas apelmazadas a mi, literalmente pegadas por el semen y el lubricante. Mi bestial amante resopló, respiró, se agachó y le dio un beso a mi cuello, se incorporó, me dio una nalgada y sacó su pene, y con el salieron chorros de todo, de él, de Ramón, de mi, de su sudor, del mío, todo eso escurría lentamente por ...