Las primeras veces eran por tonterías, pero Nuria venía todos los domingos a la mañana a mi habitación. Tu “puti hermana” la habían bautizado mis amigos cuando hace tres años mi vieja de casó con su papá y se vinieron todos a vivir a casa, en la que, por suerte, hay lugar de sobra.
Y de toda la movida a mí lo único que me había perturbado un poco era la llegada de Nuria. Una morocha con cara de putona y un culo que era el único tema en el vestuario después de los partidos. Tenía los pómulos ampulosos y una boca grande, carnosa. “Debe chuparla como los dioses”, me repetían en fila mis amigos cada vez que la veían en casa o se la encontraban en algún lado.
Nuria siempre usaba minifaldas o jeans super ajustados. Tenía una cintura fina y un culo paradito, trabajado en el gimnasio. Debo reconocer que alguna que otra vez se me paró la pija cuando la veía haciendo sentadillas en bikini en la pileta. Se le balanceaban las tetas y el culo era asesino. Era jujeña y en sus rasgos se lucían sus antepasados milenarios.
Igual yo nunca le di mucha cabida porque tengo 18 años y ella 26. Yo me la paseaba boludeando con mis amigos y Nuria por ahí no estaba por dos o tres días porque se quedaba a dormir en lo de su novio, un rugbier grandote que no daban muchas ganas de acercarse, con cara de pocos amigos y pura fibra. Eran una parejita de revista, aunque a Nuria la vendía un poco la cara de puta.
Otro espectáculo era cuando bajaba a desayunar en musculosa y sin corpiño. Le ...
... explotaban las tetas y tenías los pezones bien parados. Era un minón infernal pero yo no podía hacer nada por miedo a complicar a mi vieja y además porque Nuria ni me registraba. Bueno, eso es lo que creía yo….
De pronto hace como tres meses un domingo a la mañana se metió en mi habitación.
-“No tengo señal en mi cuarto, me puedo quedar un rato acá”, me dijo.
.. Obvio, no hay problema le contesté en calzoncillos y un poco al palo como me levanto cada mañana cuando tengo ganas de ir al baño. Pasé por delante de ella y no me importó que se notara la erección, al fin de cuentas ella estaba en mi cuarto y todavía yo no entendía bien qué es lo que hacía ahí. Noté que un poco siguió con la mirada mi pija y eso me calentó un poco, pero se me aflojó meando.
Cuando volví al cuarto se había tirado en la cama, en un costado. “Te jode si me quedo un rato, estoy rota”, me dijo y le contesté que no había drama, que se quedara todo lo que quisiera que yo tenía fútbol. Era mentira, pero su presencia me perturbaba. Tenía las piernas largas y unos mulsos bien marcados. Me dieron ganas de tirarme en la cama para apreciar en primer plano ese culo divino. Pero otra vez sentí que no podía hacer ninguna locura.
Pasaron los meses y siempre Nuria venía a mi cuarto los domingos a la mañana por alguna excusa. “Me podes sacar fotos lindas para armar un perfil en Tinder, el pelotudo de mi novio me tiene medio aburrida”, me dijo y estaba producida como para la guerra: Un top blanco con unos ...