Ella tenía una mirada dura, su forma de hablar, fuerte, con decisión, al hacían la mejor maestra de ballet, que tenían las niñas, adolescentes y mujeres que se inscribían en el taller de Ballet de aquella plaza en la que yo en el gimnasio de al lado daba mis clases de zumba.
Su nombre era Jenny, una mujer casada de 36 años que para todas ahí era muy buena maestra, era dueña de un cuerpo envidiable, cintura de avispa, unas piernas torneadas y preciosas, claro eso debido al ballet, sus nalgas grandes y firmes y sus tetas de tamaño mediano pero que estaban bien paradas, llamaban la atención de toda la plaza, había muchos hombres esperándola salir a dar su clase y de hecho algunas mujeres la habían vuelto su ídolo y ejemplo a seguir.
El dueño de la plaza nos regala vales de comida para ser canjeados en los locales de ahí mismo, a veces nos encontrábamos a la hora de almorzar, yo la miraba fijamente y ella siempre en su mundo solo me sonreía, para luego regresar a ser la maestra más disciplinada que había conocido.
La fiesta de fin de año llego y algunos compañeros que nos llevábamos bien de la plaza, decidimos juntarnos y celebrar en el bar de la plaza, era un lugar amplio con música de todo tipo y bandas en vivo, el lugar perfecto para el fin de año, como es mi costumbre, me arreglé con un vestido entallado que marcaba todo mi cuerpo, unas medias color carne, mis tacones y con el cabello totalmente recogido, obviamente fui la que llamaba la atención, hasta que ...
... entro ella.
Una minifalda verde holgada, unos tacones negros y una blusa con escote en v que se ajustaba perfecto a su figura, era Jenny, la maestra de ballet, las miradas cambiaron, generalmente estaba vestida con su calza y aunque se veía muy bien, vestida así dejo a todos perplejos, ¡incluso a mí!
Resulta que ella le hablaba al que atendía la tienda de electrónica y él le hablo de esa reunión y ella acepto ir, se sentó a mi lado, yo estaba tensa, parecía hombre novato sentado al lado de la que le gusta, casi no hablaba me dedicaba a tomar y revisar mi teléfono, por primera vez en años, ¡estaba cohibida por alguien más y nada más y nada menos que por otra mujer!
La noche se me estaba haciendo tensa, de hecho, pensaba en irme, ¡casi no tomaba y no le encontraba chiste alguno a la noche hasta que ella me hablo!
J: ¿Tu eres Monique, das clases de zumba, cierto?
L: Si lo soy, ¡aunque todos me dicen Lety!
J: ¿ok, ese es tu nombre?
L: Mi apellido, ¡pero me siento más cómoda con ese nombre!
Ella solo me sonrió y me sirvió un trago, con su hermosa sonrisa me pidió brindáramos por ser maestras de baile, yo temblando de la mano, ¡alce mi copa y brinde con ella!
J: Sabes, eh visto tus rutinas, ¡son muy buenas!
L: Gracias, ¡aunque no tengo muchos seguidores afuera de mi local!
J: Jajá, si, los veo, por eso actúo cortante y rígida, ¡no quiero que crean que soy tan fácil!
L: Jajá, entiendo, a mí no me pasa eso, ¡pero si siento las miradas lascivas de ...