... vista, hasta que los ojos capturaron su mirada.
El azul de esos ojos era tan intenso, tan profundo, tan impenetrable, que esa corriente de placer, repulsión y excitación lo llenó de forma irrefrenable. Una erección se hizo presente para asombro de José que no era gay, mas a la vez sus sentidos lo alertaban de un inminente peligro.
-Disculpe yo…-
Dijo José con voz trémula y sin poder apartarse del sujeto que caminaba hacia él.
El desconocido colocó su dedo en los labios de una forma tan erótica que la erección de José volvió a dispararse pese a la extraña mescolanza entre atracción y repulsión que aquel sujeto le causaba. -Ssshh, no digas nada, mejor, vamos a…-
Sin embargo en ese momento la voz de Eric y la conversación animada que sostenía con los entrenadores y el dependiente del negocio lo sacó de su abstracción, a la vez que los faros de una suburban alumbraban el estacionamiento.
-¿Todavía no te vas huey?-
Preguntó Eric mientras se colocaba a su lado.
José parpadeó desconcertado por un momento y volteó en búsqueda del extraño sujeto, pero ante su desconcierto aquel hombre había desaparecido.
-No, me distraje un momento, pero ya me voy, salúdame a Mariana, nos vemos mañana en la oficina.-
Respondió José, al tiempo que andaba hacia su maserati.
Eric se despidió también, mientras la mujer de este le decía adiós desde la camioneta y los entrenadores y el dependiente que caminaban hacia la salida del aparcamiento, le gritaban que lo ...
... acompañarían en el torneo del viernes.
José encendió el vehículo y manejó por el bulevar bastante transitado pese a la hora. Era incapaz de sacarse de la mente aquellos labios, aquellos ojos azules casi turquesa, tan seductores, tan atrayentes, que le manifestaron un incuestionable deseo. Trató de apartar aquel pensamiento absurdo de su mente. Él no era gay, nunca había sentido atracción por un hombre, ni siquiera bajo los efectos del alcohol, sin embargo aquel desconocido le había causado una poderosa erección y por un momento se imaginó ser tocado por esos labios, ser desnudado por ese hombre.
“No”. Se dijo así mismo y negó con la cabeza, a la vez que se incorporaba a la circunvalación.
Tras media hora llegó al fraccionamiento de casas donde vivía, sumamente seguro y resguardado por un equipo de vigilancia. Mostró su tarjeta al guardia y atravesó las calles del fraccionamiento hasta alcanzar su casa, una de las últimas de la zona residencial, ya que después de su calle, habían canchas de futbol, un parque donde los niños jugaban y una escuela que marcaba el límite del fraccionamiento.
José Abrió su garaje con el mando a distancia e introdujo su maserati a la cochera para enseguida encender las luces y cerrar el portón. Bajó de su automóvil y entró a su casa por la puerta de la cocina.
Se preparó algo ligero de cenar, mientras se fumaba un cigarro y respondía unos mensajes de su hermano y de algunas mujeres con las que estaba saliendo. Después subió las escaleras y se ...