Larita manospajeras
Fecha: 20/08/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... cerrar e irme. En los últimos días, había llegado a no aguantar más durante una de mis clases con ella y, apovechando que me había sonado el móvil, me había retirado al servicio a pelármela como un mono. Y la muy zorra cada día se mostraba más cercana, más coqueta, más seductora. Cada día meneaba más exageradamente las caderas cuando caminaba delante de mí, cada día me repetía con más insistencia que no sabía cómo agradecerme todo lo que la estaba ayudando, cada día se inclinaba más hacia delante con esas tetazas, cada día traía prendas que le marcaban más y mejor los pezones.
Yo dormía mal, cada noche peor. Fantaseaba con ella, fantaseaba con poner su mano en mi paquete, gesto al que estaba seguro que ella respondería. Fantaseaba con sacarme la polla sin previo aviso, durante una de mis más colosales erecciones, y meneársela ante el rostro diciéndole "Lara, joder, mira lo que has conseguido". Entonces ella se quitaría la mascarilla y me haría una mamada, mientras, entre chupada y chupada, recorre mi polla con sus manos de pajera. Pero no, siendo realistas, yo jamás me atrevería. Es cierto que ella es mayor de edad, que todo sería legal y que estaba seguro de que ella me correspondería, pero no podía dejar así mis principios de lado. No podía enrollarme con una alumna de la que jamás estaría enamorado solo porque me ponía la picha dura con sus peracas y su ojete y sus uñas de pajera.
Y así habría seguido, quién sabe cuánto tiempo debatiéndome entre mis principios y mi ...
... dolor de huevos, si no fuese porque ayer ocurrió lo que ocurrió. Traía el pelo recogido en una larga coleta, unos vaqueros blancos en los que asomaba un tanga rojo, un top de tiras blanco, casi transparente, el cual rebentaba con sus tetazas. A mí se me puso muy dura, una erección de caballo, como suele decirse, y entonces me sonó el móvil. Lo tenía al otro extremo de la mesa, y no me quedaba más remedio que levantarme para ir a por él. Podía dejarlo sonar, pero siempre atendía las llamadas, por si eran nuevos alumnos que querían matricularse, con lo que, en la conmoción del momento, decidí que me levantaría, que no se me podía notar tanto. En ese mismo instante, vi cómo Lara, conmigo de pie a escasos centímetros de ella, me miraba directamente al paquete. Institivamente, yo me lo miré también y vi que, evidentemente, aquello era imposible de disimular. "Joder, profe -me dijo, tan espontánea y mal hablada como siempre-, creo que necesitas un desahogo". Y sin más, con toda la naturalidad del mundo, me puso la mano derecha, aquella mano suya de uñas postizas, aquella mano de pajera que tanto me ponía, sobre el paquete. "¡Joder, profe! -exclamó con mayor intensidad, como constatando un hecho que ya suponía- ¡No puedes seguir así". Yo, petrificado y con el corazón a mil por hora, la dejé hacer. Me desabrochó el cinturón con cierta dificultad -hube de ayudarla, debido a sus largas uñas gel-, me bajó el bóxer y mi polla, con la punta repleta de líquido preseminal -qué vergüenza- se ...