Isabel
Fecha: 07/08/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... me ayudará a no pensar en lo que estaba pasando me ayudaba.
Fiel a su palabra ella seguía de rodillas en la habitación privada donde la deje.
Se tumbó en la moqueta y lo volví a hacer...
No la estaba haciendo el amor. No la daba ternura ni cariño, solo buscaba mi propio placer.
Antes de irme la eché un último vistazo. Verla tirada en el suelo, jadeando, con la falda remangada hasta la cintura, con las piernas aún abiertas y el coño recién follado, despertó en mi algo, y no fue compasión precisamente.
-No quiero volver a verte más.
-Soy tuya.
A mi me pareció la declaración más patética que había escuchado en mi vida.
-Tómate la pastilla. No quiero nada que salga de tu vientre.
No volví a saber de ella hasta cinco meses después.
Al parecer sufría una profunda depresión.
El psicólogo logró convencerme para verla.
No le fue difícil, ni si quiera tuvo que presionar demasiado. Llevaba una vida absolutamente autodestructiva, basada en alcohol, drogas y putas. Destruirla a ella junto a mi era simplemente una cuestión de orgullo.
Pero antes necesitaba saber si seguía firme en lo que me aseguró la última vez que la vi.
-Soy tuya – repitió.
-Está vez lo serás de verdad.
Había adquirido algo de experiencia en los burdeles sobre como tratan los amos a sus esclavas y como estás se entregaban a auténticas salvajadas.
El lugar de encuentro se fijó en un burdel, un campo de adiestramiento para esclavas, en mitad de ninguna parte que conocía ...
... perfectamente gracias a uno de mis contactos nuevos.
Ella traía puesto un vestido blanco con unos tenis y se notaba que había ido a la peluquería para que la maquillaran y peinaran. Por definirlo de alguna manera, parecía una novia en el día de su boda.
-Vamos Lassie, nos esperan.
Porque a partir de ahora respondería a ese nombre y no al nombre que le dieron su padres.
No íbamos muy lejos. La conducía a un cuartucho insonorizado con una cama. Allí la desnude y até en forma de equis.
Y comezaron los azotes.
En su coño, en sus muslos, en su vientre, en su pecho desnudo, en las plantas del pie... Su blanca piel se iba marcando por manchas rojizas aquí y allá mientras ella gritaba y se retorcía de dolor.
La castigué sobre todo el coño, y en un arranqué de ira, incluso le crucé ambas mejillas de la cara con la vara.
Era la hora de la segunda parte que tenía prevista para ella. Tras colocarla un collar y hacerla andar como la perra que era, la llevé hasta la perrera.
Allí, tras amarrarla al suelo por el cuello y atar sus manos a la espalda, a la vista de todo el que quisiera verlo, le esperaba una sesión con treinta perros grandes y fieros cuyos dueños habían pujado para poder hacerlo y a los que ni si quiera les pusieron manoplas.
El primero que se lo hizo, un pastor alemás tan novato como ella, le clavó las garras mientras se la metía como la bestia que era.
No solo fue sexo vaginal, también lo tuvo anal y oral.
Ver como se metía las pollas de ...