Granate oscuro
Fecha: 07/05/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... garganta seca. Lo que yo no vi, fue que en la otra mano llevaba una vela negra y un mechero. Cuando acabé de beber, dejó el vaso y lo demás en la mesita auxiliar que quedaba frente del sillón. Marchó de nuevo, esta vez en dirección al baño. Volvió enseguida y me contempló como el que contempla una obra de arte antes de darle los toques finales. Pintalabios en mano, escribió algo en mi nalga derecha, algo que no pude descifrar. Lo mismo hizo en mi izquierda. Agarró la tela de mi vestido y lo subió a la altura de mi cabeza. Una vez allí lo deslizó hasta que mis brazos hicieron tope y allí se quedó. Desabrochó mi sujetador y lo dejó caer para quedar junto a mi arrugado vestido. Acarició mi espalda con sus dedos y con sus labios. Detrás escuché el sonido del mechero encenderse. Esperé unos segundos y cayó una gota de cera sobre mi columna. Quemaba. Luego otra gota. Me mordía el labio para no quejarme. No recuerdo cuantas gotas dejó caer sobre mí, pero no fueron muchas. Sopló la llama y rápidamente el salón se inundó con el olor de la vela apagada.
“Levántate” ordenó con suavidad. “Despacio, no te caigas” y me agarró del brazo para ayudarme. Mi ropa se quedó en el brazo del sillón y mis braguitas acabaron de caer a la vez que me incorporaba. Levanté un pie y luego el otro para deshacerme de mi ropa interior. Se acercó y me preguntó si me encontraba bien. Asentí con la cabeza y con una sonrisa. “Bien, ahora quiero que te tumbes en el suelo” me dijo mientras con un trozo de ...
... tela, que sacó de uno de los bolsillos de su pantalón, tapaba mis ojos. “¿Ves algo?” preguntó. “Nada, Señora” respondí con sinceridad. Todo estaba a oscuras. En otro momento quizás me hubiera puesto nerviosa, pero confiaba en que no iba a ocurrirme nada malo. Ella no iba a permitirlo. Me recosté despacio sobre el suelo y el frío alivió la carne ardiente de mi trasero. Escuché movimiento alrededor y el sonido de una cremallera delató que mi Señora se estaba desvistiendo. La sentía erguida, ante mí, muy alta desde mi posición, caminando, como siempre, muy segura. Noté su pie descalzo en mi cara, acariciando mi mejilla y finalmente lo posó en mis labios. Le besé sin que me lo pidiera. Después escuché cerca de mi oído como lo posaba en el suelo. Volví a escuchar el mechero encenderse y al poco la cera caliente goteando sobre mi pecho. Una gota cayó justo en mi pezón y noté que con el calor y la reacción al dolor se volvió duro. De repente, y sin previo aviso, noté mi cara cubierta con su sexo. Intentaba recolocar mi cabeza, pero hasta que conseguí una buena postura pasaron unos cuantos segundos, los suficientes como para que se impacientara. “¿Tengo que decirte que debes hacer?”, con esa frase lapidaria, empecé a mover la lengua como podía y a respirar como podía. Añadir además, que para aumentar la dificultad a mi hazaña, el goteo de la cera no cesó. Sentía que estaba en un punto de no retorno, estaba muy excitada y, a pesar de haberme corrido hacía unos minutos, quería más. ...