1. Granate oscuro


    Fecha: 07/05/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ponerse delante de mi cara. Llevaba algo en las manos. “Te voy a presentar a una nueva amiga, espero que os llevéis bien” hizo una pausa y continuó “Aunque yo creo que sí”. Alzó las manos a la altura de mi vista y me mostró una vara fina de bambú de color negro. Me hizo besar la punta de la caña y después la mano que la sostenía por la empuñadura. “Así me gusta” comentó mientras se dirigía de nuevo hacía mi retaguardia. No podía contener la emoción ni la excitación de sentir el miedo que me daba probar el nuevo juguete.
    
    De repente, escuché el sonido de la vara impactando en mis dos nalgas y milisegundos después noté la mordaz y aguda punzada del golpe. El aullido de dolor que salió de mi boca recorrió el salón. Sentí la caricia reconfortante de su palma en la zona lastimada y de nuevo otro varazo acompañado de un grito que retumbó con eco y decidí entonces cerrar mis labios para no armar el escándalo que sabía que no le gustaba. Volvió a mimar mis nalgas con sus manos. Sabía que a continuación volvería a sentir la madera mordiente sobre mi culo. Y así fue. La acción se fue repitiendo a intervalos cada vez menores y con menos caricias entre los varazos. Notaba el ardor en mi piel y a medida que los golpes aumentaban, mi aguante y mi excitación también lo hacían. Finalmente, los varazos cesaron y sentí, esta vez los besos de mi Señora sobre mi piel hinchada y dolorida. Besos algo dolorosos por la inflamación, pero perfectos y reparadores en mi alma.
    
    Con cuidado de no ...
    ... rozar demasiado la zona afectada por el bambú, bajó mis braguitas y las dejó a la altura de mis rodillas. Introdujo un dedo en mi muy húmeda cavidad y me dio un cachete. Para ese momento ya estaba más excitada que dolorida, por lo que involuntariamente mi cuerpo reaccionó ante Ella. Doblé un poco los codos, haciendo que mi trasero quedara más expuesto y mis piernas se abrieron a la demanda de sus dedos. Comenzó un juego de penetración y azotes, de dolor y placer, de su total dominación y mi total sumisión. Su boca se acercó, en vez de su mano y me profirió un mordisco, que en condiciones normales de mi piel, habría sido más bien suave. Pero me dolió y quedó el reflejo de sus dientes durante un buen rato en forma de escozor. Acto seguido lamió su mordisco y recorrió con su lengua un húmedo camino hasta mi clítoris. Me besó dulcemente, me lamió solo como Ella sabía y mordió con sus labios mi sobreexcitada entrepierna. A punto del clímax y con la sensación que en cualquier momento mi cuerpo iba a ceder y caer, conseguí articular el permiso para mi orgasmo. Sin verbalizar, me dio su permiso mediante la continuidad de sus movimientos. Me corrí con su boca.
    
    “Quédate así” conseguí escuchar en medio de mi entrecortada respiración, mientras se levantaba y se alejaba. Escuché el agua salir del grifo de la cocina, fue cuando me di cuenta de lo sedienta que estaba. Volvió hacia a mi posición portando un vaso en una mano y me lo acercó para que bebiera. Me mostré agradecida, pues tenía la ...