1. Citas que salen mal, muy mal


    Fecha: 07/03/2022, Categorías: Dominación / BDSM Autor: molly625, Fuente: CuentoRelatos

    ... cajón al abrirse. Tenía varias ataduras que la fijaban al fondo del tablero, por los tobillos, encima de las rodillas, por la cintura, encima de los pechos, en el cuello y en la frente. Se escuchaba un gemido muy leve. La sirvienta cogió el plástico con agua y lo enchufó en el tubo de la boca, apretando poco a poco para darle de beber. Cuando terminó sacó el plástico y puso un pequeño tapón en el tubo de la boca, con lo que solo le dejaba respirar por los pequeños orificios de la nariz. Una vez terminado volvió a cerrar con llave la tapa, guardó de nuevo el cajón y se marchó.
    
    Esto me dejó en estado de shock. No pegué ojo en toda la noche. No dejaba de pensar en la pobre chica. ¿Cuánto tiempo llevaba metida en ese cajón? Desde que yo había llegado a la casa no había visto ningún movimiento, por lo que estaba casi segura de que al menos 24 horas llevaba ahí escondida. El cajón estaba bien aislado, porque no había escuchado nada durante toda la noche. ¿Quién era esa chica? ¿La habría secuestrado como a mí? Temí que fuera mi predecesora como mascota, y que por alguna razón o no le había gustado o estaba castigada de esa forma. Estaba a dos metros de ella, pero nada podía hacer desde mi jaula. Me sentía impotente. Tenía que hacer algo rápido. Dándole vueltas a todo me dieron las 8 de la mañana sin pegar ojo, y el despertador volvió a sonar.
    
    Fueron pasando los días, y yo seguía en la casa de ese hombre. Él me entrenaba diariamente, me daba de comer (mal), me aseaba ...
    ... (normalmente su sirvienta), y de vuelta a la jaula para dormir. Me solía entrenar dos horas por la mañana y dos por la tarde, y el resto del tiempo me dejaba en la jaula del salón, mientras él hacía otras cosas o cuando estaba fuera de casa. No debía tener un trabajo, al menos no uno normal, porque raramente se ausentaba más de dos o tres horas. El rollo que me había soltado de la fotografía me temo que no era cierto. Era muy callado y solo hablaba cuando me tenía que dar alguna orden, o comentar algo a la sirvienta. Yo había estado pensando un plan de huida, pero no encontraba oportunidades realmente buenas. Todas las que se me ocurrían eran demasiado arriesgadas, y nunca me había atrevido siquiera a intentarlo. Con el tiempo me había acostumbrado a casi todo, a los entrenamientos diarios, a mantener la misma posición durante horas, incluso las manos y las rodillas se me habían endurecido y ya aguantaba mejor el andar a cuatro patas el día entero. A lo que no me acostumbraba era a estar constantemente desnuda, siempre expuesta a sus miradas, a que me tocara aunque fuera una caricia. Pero lo más repugnante era tener que hacer mis necesidades delante de los dos, ver como recogían mis excrementos, y dejar que me limpiaran mis partes. Me daba mucha vergüenza y asco. Lo que no podía entender es que durante una semana entera no me había hecho nada (sexual me refiero). Si me tenía retenida y no pretendía abusar de mí, no podía entender qué era lo que quería conseguir. ¿Tanto le excitaba ...
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