... cueros, frente a ella, es Jazmín quien toma la iniciativa. Pese a que yo quiero seguir con el cachondeo, mi antigua compañera de colegio va hacia su bolso de dónde saca una cámara de video y un pequeño trípode.La coloca sobre el tocador de tal manera que enfoque hacia la cama. Nunca me lo habría imaginado, Jazmín quiere guardar buen recuerdo de nuestro encuentro pasional.Luego me pide (mejor dicho, me ordena) que me recueste en la cama. Hechizado por su desnudez, así lo hago. Sin embargo, ella me dice que me dé la vuelta para quedar bocabajo. Por mi mente pasa la idea de que piensa darme un sensual masaje, pero no.Jazmín saca una cuerda de su bolso.—Para que yo te pueda recompensar como mereces, debes permitirme realizar una fantasía —ella me dice.Acepto, quizás sin pensármelo debidamente, pero sigo seducido por tan divina mujer a quien sin duda no conocía del todo. Jamás me imaginé que tales juegos de dominación figuraran en aquella cabecita.Jazmín ata mis brazos y piernas con tal firmeza que no puedo moverme. Quedo completamente a su merced, pero no me importa. A Jazmín la adoro tanto que por ella daría todo. Incluso rompería con mi empedernida soltería, con tal de unirme a ella. Con tan sólo imaginármelo tengo una poderosa erección que estando como estoy me incomoda.No obstante, después de unos segundos, tomo conciencia de que Jazmín ha salido de mi campo de visión. No la percibo ni con el rabillo del ojo.—¡Jazmín! —le grito inquieto.Afinando mi oído la escucho hablar ...
... por su teléfono móvil. «¿Con quién habla?», me pregunto. Oigo sus tacones al golpear el piso de madera. Ella se aproxima mientras continúa hablando.—...villa 531. Muy bien, te espero —ella dice y luego cuelga.Al estar al alcance de mi vista puedo ver que se ha vuelto a vestir. No lo entiendo.—Bien corazón, estás a punto de recibir lo que te mereces —me dice.Su manera de hablar ha cambiado. Si antes la sentía cálida y cachonda, ahora creo que es fría, dura... amenazante.—Pero qué... ¿Qué pasa? —argumento, sin comprender la situación.Mientras ella revisa mis ataduras me responde como si todo fuera obvio:—Nada... sólo las consecuencias de tus actos.Por más que trato de librarme no me es posible. Tocan a la puerta.Jazmín va a abrir.Alguien entra. Escucho el rechinar de suela de tenis sobre el suelo de duela de la habitación. Sea quien sea se aproxima.—Hola Fer.Reconozco la voz. Es Roberto.—¡¿Qué haces aquí?! —digo, mientras sigo atado y viendo que todo va muy mal, pero que muy mal, pues noto que Roberto le sonríe a Jazmín manifestando una confabulación.Roberto guarda silencio.—Yo le pedí que viniera. Él es parte de la sorpresa de la que te hablé. Una parte muy importante, por cierto —dice Jazmín y sonríe al final.Desde el fondo de mi instinto, nace un temor que invade todo mi cuerpo.—¡Suéltame! ¡Roberto... ¿qué es esto?! —le grito, desesperado ante esta situación.—Mira hermano, no creas que esto es cosa mía, eh... —me dice acercándose, al mismo tiempo que se quita la chaqueta de ...