El grupo de formación
Fecha: 13/02/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... ni siquiera un reconocimiento de que la que él usa en la Casa, soy yo. Casi que ni me mira cuando lo encuentro fuera de la casa, pero yo siento aún el ardor en mi culo, las marcas de los latigazos y el sabor de su semen en la boca; del mismo modo, cuando nos reunimos, parece el más caballero y recatado de los amigos, nadie diría lo grosero y desconsiderado que es cuando estamos en la Casa y cómo me usa. Allí se pone cruel, violento, y si bien no puedo negar que disfruto cuando me culea, lo cierto es que me siento atropellada y sometida.
Raquel se había convertido en una mujercita astuta, que no solamente simulaba su condición, sino que además parecía tener una intimidad especial con nosotras, dedicando cada momento que podía a Claudia, cuya curiosidad provocaba cuanto podía, haciéndose la remilgada. Aprovechó la inquietud y curiosidad que nos provocaba su retiro en el cual se inició, y alimentando sutilmente el interés de Claudia, terminó por lograr su interés manifiesto y que Sara las invitara una tarde a tomar el té.
Allí, con su habitual cuidado y discreción, le hizo saber la curiosidad de nuestra amiga por el Grupo al que ella se había incorporado, al tiempo que le expresó que ella no podía decir palabra por la consigna de secreto o privacidad; pero que consideraba un deber, hacerle saber a Sara, que su amiga era digna de la mejor atención, por ser una mujer casada, madre de dos hijos, católica y que, como ella, no había tenido otro novio que su actual marido. ...
... Sara, astuta, se hizo la remolona, diciendo que era un grupo cerrado, muy selecto, secreto, espiritual, y concluyó por decirle que propondría su nombre, cosa que Claudia agradeció muy especialmente, manifestando su interés.
Cuando Juan se enteró que su mujer se iba de ejercicios por invitación de Sara, creyó volverse loco: se opuso, se lo prohibió, y llegó a enfrentarse con Sara, pero con mucho ésta lo superaba en astucia e inteligencia, además de conocerse del Grupo, donde Juan era asiduo. No podía decir nada por el silencio impuesto por el Grupo, que le aterraba que su amada mujercita, esta delicada preciosura, cayera en manos del látigo y de esos hombres impiadosos. Sara lo tranquilizó, diciéndole que el retiro de Claudia no tenía nada que ver con el Grupo, no se trataba de una iniciación, según le aseguró, sino de ejercicios espirituales que no se hacían en la Casa, sino en un convento que podía ser en Calmayo, en San Antonio o en otra parte, bajo la vigilancia de las monjitas y la dirección de un sacerdote. Claudia sabía la versión que debía dar, y la aceptó silenciosamente desde el primer momento, dispuesta a mentir a su marido y tenerlo engañado.
Pero Juan no estaba tranquilo, desconfiaba y recelaba, mientras descargaba su ansiedad todas las tardes en la Casa, con una crueldad innecesaria, que padecía calladamente Raquel. Visitaba la Casa buscando hallar indicios de la presencia de su mujer allá, pero nunca recibió ninguno, ni encontró nada, a pesar de haber pasado ...