1. Terminé claudicando y le entregué el culo al musulmán


    Fecha: 15/05/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: danisampedro91, Fuente: CuentoRelatos

    Se llamaba Mustafá, trabajábamos juntos desde hacía unas semanas eventualmente para una empresa que llevaba la limpieza, mantenimiento y ambigús de las instalaciones deportivas del municipio.
    
    Cuando había cualquier acontecimiento deportivo, nos encargábamos de proporcionar almohadillas a los que la solicitaban, luego de recogerlas, limpiarlas, lo mismo que las instalaciones, y quedaran listas para el próximo evento.
    
    Otros se encargaban del ambigú, donde se vendía bebidas, café, bocadillos, etc.
    
    Mustafá y yo, nos encargábamos siempre de las almohadillas, recogerlas, limpiarlas y servirlas a quien las solicitara.
    
    Un domingo por la mañana, antes de que comenzara el evento deportivo, después de sacar las almohadillas y colocarlas para su distribución, coincidimos ambos en los aseos. Ambos habíamos ido a mear. Cuando me coloqué en el urinario, el ya casi terminaba de hacerlo. Se puso a sacudir la polla, con prácticamente los pantalones por la rodilla, donde se le podía ver parte del culo, la polla y huevos en su totalidad.
    
    Yo quedé mirando con la boca abierta, tenía la vista fija en aquella tremenda polla y huevos que le colgaban como si fueran melones.
    
    ¿Que, nunca has visto una polla? Me soltó.
    
    Levanté la vista mirando a sus ojos, empezando a enrojecer, a la vez que la polla se me empezaba a empalmar. No fui capaz a contestar nada, solo girar la cabeza, y mirar al frente tratando de ocultar el empalme que estaba teniendo.
    
    No te pongas colorado, si te ...
    ... gusta mi polla, solo tienes que pedírmela, y te aseguro que la tendrás.
    
    Se acercó a mí, tocándome el culo con su mano y diciéndome, veo que sí te gusta, mira cómo te has empalmado con solo vérmela.
    
    Todavía tenía su polla de fuera, me la enseñaba sujetándola con su mano, mientras seguía sacudiéndola. Que no te de vergüenza, puedes cogerla con la mano, no te va a morder, ya verás que suave y caliente la tengo.
    
    Llevó la mano con la que me estaba acariciando el culo a mi mano, cogiéndola y acercándola a su polla para que se la cogiera con la mano.
    
    Cógela, me dijo, no tengas miedo.
    
    No, yo no no, tartamudeaba mientras posaba mi mano sobre su polla.
    
    La solté como si me hubiese dado un calambrazo, agachando la cabeza y tratando de serenarme.
    
    Vamos me dijo volviéndome a coger la mano y ponerla sobre su polla. Que no te de vergüenza, sé que lo estás deseando.
    
    Quedé con la mano sobre su polla y la vista puesta en aquella verga que mi mano sujetaba.
    
    Anda, acaríciala un poquito, ya verás que caliente y cómo crece. Está deseando que lo hagas, y tú también lo estás deseando.
    
    Recorrí con mi mano todo lo largo de aquella polla, notando lo suave que era, haciendo que se empezara a empalmar.
    
    Ves cómo lo estabas deseando, mira cómo crece y se pone dura cuando la acaricias.
    
    Puso una mano sobre mi hombro diciéndome, agáchate y chúpala ya verás cómo te va a gustar.
    
    No no, tartamudeaba. Si nos ven nos nos pueden echar.
    
    Tranquilo, aquí nadie nos ve, y no se va a ...
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