1. El diario de Mica


    Fecha: 13/05/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... pero mis piernas no retrocedían, mi cuerpo quería ir a tu encuentro. Borré el recuerdo de mi amor por unas horas. Ahora solo estabas vos, mi amo.
    
    Me trataste con brusquedad. La caballerosidad de príncipe azul que había inventado en mi cabeza nunca existió. Recorriste mi cuerpo con impaciencia, me susurraste bajezas al oído, me poseíste como un animal, me embriagaste con tu virilidad egoísta. Y todo eso me gustó. Me hice adicta a vos.
    
    Leer esos párrafos en primera persona me causó la sensación de que esas líneas iban dirigidas a mí, cosa que me revolvió el estómago.
    
    ¡Qué terrible somos los hombres! A veces, sólo preocupados por satisfacer nuestros deseos, no reparamos en el mal que podemos estar haciendo.
    
    Seguí leyendo un rato más, sintiéndome cada vez peor, hasta que encontré lo que buscaba.
    
    29 de noviembre del 2017
    
    No logro que salgan las lágrimas mientras escribo estas líneas. Será que ya derramé muchas. Siempre fue sincero con sus fantasías perversas, pero nunca pensé que las llevaría a cabo sin mi consentimiento. Ya le dije que no quería hacerlo con nadie más. Sólo el hecho de estar con él y con Juli era demasiado para mí. Pero a él no le importó. A él no le importo.
    
    Me tapó los ojos con una ...
    ... venda. Me ató las manos. No era la primera vez que lo hacía. Le gustaba verme así, indefensa. Pero esta vez sentí otras manos frías acariciando mi cuerpo. Y luego otras, y otras.
    
    Y pensar que en mi vida sólo estuve con dos hombres. Y ahora no estoy segura de con cuántos estuve, ni quiénes eran. No soporto lo que me hizo ¿Por qué no pude hacer que me ame?
    
    No pude evitar que la culpa inundara mi alma. Pobre Mica, tan volátil, tan insegura, tan manipulable.
    
    Recordé la primera vez que le escribí, sólo para ir tanteándola. Terminamos hablando largo y tendido durante horas. Desde ese momento supe que iba a ser una buena sumisa.
    
    La usé para saciar mis más bajos instintos. Ella siempre se mostraba culpable o arrepentida, pero pronto acudía a mis nuevas exigencias.
    
    Pero pensé que era más fuerte ¡Qué decepción! Quitarse la vida por haber hecho algo de lo que luego se arrepintió. Porque yo no la obligué a nada. Ella participó del juego sabiendo lo que venía. Sus negativas sólo eran parte de ese juego. Qué bella estaba esa noche, desnuda, bañada con el semen de mis amigos. Pobrecita, y pobre Julián que se tuvo que enterar de todo. Por suerte mi nombre no aparece en el diario. Ahora solo tengo que deshacerme de él.
    
    Fin. 
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