1. El diario de Mica


    Fecha: 13/05/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    Todas las muertes causan conmoción en su entorno. Incluso aquellos occisos que en vida supieron ser solitarios y antisociales, a la hora de su partida causan, aunque sea, un revuelo efímero a su alrededor. Pero cuando la muerte le llega a una persona joven, y para colmo esa persona es especialmente querida por sus iguales, el fallecimiento marca un antes y un después en la vida de quienes la conocieron de cerca.
    
    Esta vez la muerta fue una estudiante de contabilidad que se llamaba Micaela, y para darle más dramatismo al trágico suceso, resultó que fue ella misma quien se quitó la vida.
    
    Yo la conocía, pues era su profesor.
    
    Tengo treinta años, y por eso, supongo, mantengo una buena relación con el alumnado de la universidad. Es que no fue hace tanto que yo era un adolescente dando mis primeros pasos académicos, como ellos, y eso me permite conectarme fácilmente con los chicos.
    
    Micaela pertenecía a un grupo de chicos que recién empezaba la carrera en la facultad de economía. Debían cursar contabilidad básica, y ahí era donde yo aparecía en sus vidas.
    
    Recuerdo que Micaela se sentaba en el fondo, junto a otros cuatro o cinco pibes que eran sus amigos. Uno de ellos salía con ella y se notaba que estaban enamorados.
    
    De Micaela me llamó la atención su aspecto infantil. Solía usar trenzas, sus dientes estaban adornados por unos brackets y tenía la mirada insegura de una nena pequeña. Usaba una llamativa cartuchera de Barbie, donde guardaba un montón de fibras y ...
    ... lápices de colores que resultaban inútiles en la universidad. Aun así se podía entrever en su cuerpo delgado pero sinuoso que se estaba convirtiendo en una mujer, y la sensualidad de ese cuerpo esbelto, que contrastaba violentamente con esa primera imagen infantil seguramente causaba una fuerte impresión en los hombres.
    
    Al principio había pasado casi desapercibida, pero de a poco fue venciendo su timidez y comenzó a participar en las clases, cosa que, como profesor, me alegró.
    
    A todos les tomó por sorpresa su intempestivo final. Julián, su noviecito, estaba destrozado. Tanto es así que temí que él mismo siguiera el camino de su amada.
    
    Lo vi en el velorio, pegado al ataúd abierto de Micaela, llorando desconsoladamente.
    
    El cuatrimestre había llegado a su fin y en ese tiempo me hice muy cercano a la mayoría de los alumnos. Con varios me escribía de manera regular y Julián era uno de ellos. No había mucho que pudiese hacer por él, sólo atiné a abrazarlo.
    
    Después de saludar a los padres destruidos y de consolar a algunas de las amigas de Micaela, fui a buscar a Julián, quien había salido, ya que sabía que aparte de los progenitores de Mica, era el que más sufría. Supuse que estaría confundido, sin siquiera saber por qué la chica que hasta hace unos días lo abrazaba y lo besaba, había decidido dejarlo solo. Pero estaba equivocado.
    
    Julián estaba sentado en la vereda de la casa mortuoria. Lo habían dejado sólo, respetando su sufrimiento. Aun así me acerqué a él. Me había ...
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