El día posterior a la tremenda violación a la que fui sometida por Don José, no podía ni levantarme, estaba molida, todo el cuerpo me dolía terriblemente, pero sobre todo el culo; para mi fortuna, era sábado y fue también el día que mi novio José regresó de su viaje.
Intenté comportarme como lo hacía normalmente los días anteriores a que iniciaran los abusos de mi suegro; me fue muy difícil, pero creo que lo disimulé bastante bien, pues ni mi novio, ni mi cuñada ni mi suegra me dijeron nada.
Pasaron dos semanas en las que, para mi fortuna, José no tuvo que viajar; el problema es que él llegó hambriento de sexo y todas las noches lo hicimos; pero algo en mí había cambiado; aunque aún disfrutaba el sexo con mi novio, ya no era lo mismo; me sentía sucia y perversa por haber estado con mi suegro; aunque sabía que no era mi culpa, no podía quitarme de la cabeza lo que me hizo y lo que disfruté también.
Varias veces intenté armarme de valor y decírselo a José, pero no pude, algo me lo impidió; tal vez fueron las amenazas de mi suegro.
Durante esas dos semanas mi suegro se comportó relativamente bien, excepto un par de nalgadas cuando nadie nos veía y una vez que me dijo al oído: “tengo ganas de cogerte de nuevo por el culo, mamazota”, me aguanté el coraje; afortunadamente no pasó nada más.
Lamentablemente un día José llegó con la noticia de que tendría que salir de nuevo de viaje y que esta vez tardaría una o dos semanas en regresar. Con tristeza y miedo lo vi ...
... partir a su viaje de trabajo. Era viernes y faltaba mucho para su regreso.
El maldito de mi suegro no dejó pasar ni un día; el mismo día que su hijo se fue, al llegar yo del trabajo en la tarde vi que no había nadie en casa, o al menos eso creía; me fui casi corriendo a mí recámara, esperando encerrarme y no ver al viejo; pero él ya estaba dentro de la recámara, sentado en mi cama, con el miembro de fuera, masturbándose mientras veía una película porno en mi TV.
Enojada le reclamé: “¡Oiga!, ¿Qué hace aquí? ¡Lárguese a hacer sus porquerías a otro lado!”. Entonces él, con toda calma, sin moverse de la cama y sin dejar de masturbarse me dijo: “¡Hey! Tranquila putita; no te hagas la inocente, que bien que te gustó lo que hicimos el otro día”.
“¡No, no me gustó y le exijo que salga de mi habitación o le contaré lo que me ha hecho a su esposa y a su hija!”.
Don José apagó el televisor, rápidamente se levantó y de un salto llegó junto a mí; colocó una mano en mi nuca y me tomó del cabello con fuerza; puso su cara frente a la mía y me gritó: “¡Tu no exiges nada puta sucia barata, aquí el que manda soy yo!, ¿acaso ya se te olvidó que si te niegas te puedo destruir la vida?; mi hijo se consigue otra puta como tú en dos segundos, piruja, pero tu terminarías en un basurero mamándole la verga a los pinches pepenadores, pendeja”.
Al mismo tiempo que hablaba me obligó a hincarme y colocó su gran pene frente a mi cara, entonces me dijo: “¡empieza a mamar si no quieres que te ...