1. Negación - Capítulo 8


    Fecha: 07/03/2018, Categorías: Gays Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... con una furia asesina, eso disipó mi buen humor. Lo miré serio y así estuvimos hasta que hablé.
    
    - Creo que sufriste un pequeño accidente – le dije, fingiendo pena.
    
    - ¡Hijo de puta! – me grito, cabreado.
    
    - Les voy a romper la verga hasta que no puedan usarla ni para mear – le prometí al tiempo que le mostraba el dedo medio.
    
    Se quedó allí tratando de recobrar el control de su cuerpo, esperando que el dolor mitigara. No desperdicié la oportunidad, una vez que recobrara su capacidad motriz iría a por mí. Me puse de pie con agilidad, lo rodeé y llegue a la cama, donde estaba la carpeta. Lo sentía respirar trabajosamente a mi espalda, no le presté atención. Estaba fuera de juego por el momento. Agarré la carpeta y corrí hacia el baño. Me encerré ahí. Tomé las fotos y comencé a hacerlas picadillo dentro del inodoro, cuando terminé mi faena, tiré la cadena y las vi desaparecer. Sabía que era un acto infantil hacer esto, no me caía duda que había originales en formato digital, pero hacer desaparecer las copias hizo el problema menos real. Y ya tenía un plan para contra-arrestar ese asunto. Mi escudo se encontraba a varios kilómetros de aquí, sobre el velador. Si yo caía, los arrastraría conmigo.
    
    - ¡Déjame entrar! – me pidió.
    
    Tomé un respiro, y me acerqué a la puerta, la abrí. Y ahí estaba, apoyado sobre un codo en el arco, cubriendo sus ojos. No se veía bien. Me di unas palmaditas mentales en el hombro por mi logro. Había revertido los papeles, yo también era un ...
    ... cazador, y no solo la presa. Miré su miembro, estaba enrojecido y alarmantemente inflamado.
    
    - Deberías pedirle a Roberto que revisara eso – le dije apuntando su pene.
    
    - ¿Qué Roberto? – su voz era agónica.
    
    - El Dr. Santibáñez, creo que lo conoces…
    
    - Ah, ese Roberto… - dijo, y entró al baño tambaleándose, dio un portazo tras de mí.
    
    Sentí la ducha y me pregunté qué repercusiones tendrían mis actos en mi futuro inmediato. Decidí que lo mejor era largarme ahora, podría lidiar con los problemas más tarde, con la cabeza más fría y sin esa sensación de malestar en el estómago que había empezado a invadirme. Rememoré el espanto en su voz cuando me sintió hincar los dientes en su virilidad. Su gritó fue el de un macho herido, agónico. Música para mis oídos. Yo también jugaría sucio.
    
    Estaba por llegar a la puerta cuando sentí su celular vibrar, me acerqué rápidamente, mirando la puerta del baño, rezando para que no saliera en este preciso momento. Encontré el teléfono entre sus ropas, en el suelo. Era Eduardo, acepté la llamada.
    
    - Tráelo. – fue todo lo que dijo y cortó.
    
    Alejé el teléfono de mi oreja, y miré el aparato. Así que Eduardo estaba listo para jugar. Olvidé mi plan de escape y activé el plan de ataque. Los expertos en deportes no dicen que la mejor defensiva es una buena ofensiva. O algo así. No era muy culto en ese sentido, y no importaba, esa era mi estrategia. Aproveché de mirar la hora, las una con cuarenta y siete minutos. Llevaba casi tres horas fuera ...
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