El calvario de Luciana (2)
Fecha: 17/06/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... Graciela:
-Sujetámela.
La arquitecta, a espaldas de la joven, le llevó los brazos a la espalda y los mantuvo aferrados con fuerza, dejándola indefensa ante la dueña de casa.
Emilia agarró por el pelo a Luciana, le mantuvo la cabeza derecha y comenzó a abofetearla en ambas mejillas, una y otra vez, con la palma y el dorso de la mano. La cabeza de la pobre permanecía fija por estar sujeta, no se ladeaba al golpe de la mano y eso hacía que la bofetada doliera más. La joven comenzó a dar alaridos y Emilia, sin interrumpir el castigo le preguntó:
-¿Vas a calmarte o sigo?
En las fracciones de segundo que mediaron entre un golpe y el próximo Luciana pensó que nada podía hacer para evitar lo que le esperaba. Angustiada pero tratando por todos los medios de tranquilizarse se dijo que de todas maneras ambas mujeres iban a violarla y entonces era preferible no agregar a esa humillación el calvario del castigo.
En su mente el tiempo parecía haberse detenido y percibió como una imagen congelada la mano de Emilia en alto y lista para caer otra vez sobre su mejilla.
-No… No me… no me pegue más… Por favor… -suplicó con la voz ahogada por los sollozos.
Emilia le dio otra bofetada:
-¡¿Vas a calmarte, perra estúpida?! –Insistió levantando el tono.
-Sí… -murmuró Luciana y su respuesta hizo que Emilia y Graciela intercambiaran guiños cómplices.
-Soltala. –pidió Emilia. –Va a necesitar tener las manitos libres para desvestirnos. –Y a vos te repito la pregunta, ...
... cachorra: ¿con cuál de las dos preferís empezar?
Luciana sintió que le era difícil soportar tanto sadismo sicológico. No tenía sentido alguno que eligiera a cual de sus violadoras desnudaría primero. Se sintió una marioneta obligada a jugar un juego perverso que no podía abandonar y sin decir nada se dirigió hacia Graciela, aunque sin saber por qué empezaría por ella.
La arquitecta sonrió y sintió que su excitación aumentaba a medida que la jovencita iba despojándola de sus prendas, sobre todo cuando ya en ropa interior sentía en su piel el roce de esos dedos temblorosos.
Emilia, mientras tanto, no permanecía ociosa. Ubicada a espaldas de la jovencita le acariciaba el culo, deleitándose con esas redondeces duras que ofrecían una excitante resistencia a sus dedos cuando éstos presionaban antes de algún pellizco. Le apretaba sus tetas en la espalda y Luciana se había partido en dos: era su mente, por un lado, donde se alojaban su miedo, su angustia y su rechazo a esa situación lésbica que le obligaban a vivir, pero era también su cuerpo, que empezaba a excitarse con las manos de Emilia que ahora le andaban por delante y subían hasta sus pechos mientras el vientre ansioso de la cincuentona se frotaba contra sus nalgas.
Por fin las tres estuvieron desnudas. El cuerpo de Emilia, aun a sus cincuenta años, lucía más que aceptable gracias a una alimentación muy sana que ingería desde siempre, a sus tres veces por semana en el gimnasio de su mansión y a los productos para ...