El calvario de Luciana (2)
Fecha: 17/06/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
La doctora Mónica S era psiquiatra y a sus 45 años había desarrollado una carrera exitosa que la posicionaba como una de las personalidades más prestigiosas de su especialidad. Pero simultáneamente llevaba adelante una actividad oculta en la organización comandada por Emilia Martínez Olascoaga. Era ella quien se ocupaba de reducir a cada nueva cachorra que era atrapada, y lo hacía mediante sus conocimientos farmacológicos y de la hipnosis, combinación con la cual conseguía anular la voluntad de la víctima y reducir su conciencia al extremo de convertir a la pobrecita en una especie de robot humano. La doctora Mónica S percibía muy jugosos honorarios por realizar ese trabajo, pero no lo hacía por el dinero, sino por el placer morboso que le provocaba convertir a una chica en un animalito doméstico, sin voluntad ni más entendimiento que el suficiente para entender lo que se le ordenaba y obedecer.
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Mientras tanto, la arquitecta Laborde arreglaba con una empresa de mudanzas el vaciamiento del departamento que le había alquilado a Luciana y donaba tanto los muebles como toda la ropa y demás pertenencias de la jovencita, menos la computadora, el televisor y el equipo de música, al Ejército de Salvación. Los electrónicos los publicaría en Internet para su venta. Desaparecían así todos los rastros de la pobre Luciana y cuando la llamó Rolando, muy preocupado, le dijo:
-Ay, sí, yo también estoy preocupadísima y justamente vengo de hacer la denuncia a la policía. ...
... Averiguación de paradero se llama esto, me dijo el oficial que me atendió.
-Dios quiera que todo esto termine bien, arquitecta, No deje de avisarme si sabe algo.
-Por supuesto, Rolando, quedate tranquilo.
Efectivamente había hecho la denuncia, porque sabía de esos chateos diarios de Luciana con sus padres y estaba segura de que al cesar esos contactos, ellos, uno o ambos, iban a venir a Buenos Aires alarmados para averiguar qué pasaba con su hija.
A las cinco de la tarde Graciela llegaba a la mansión de Emilia, ansiosa de reencontrarse con la muy apetecible Luciana y darse por fin el gusto de poseerla sexualmente.
Emilia la asombró besándola en la boca, haciéndole sentir fugazmente su lengua y no le disgustó el contacto de esos labios suaves y húmedos. No había tenido experiencias lésbicas ni sentido nada por una mujer hasta que conoció a Luciana, que despertó algo oculto y dormido en ella. Disfrutó del sorpresivo beso de Emilia que, al advertir el efecto que su iniciativa había tenido en Graciela sonrió, le rodeó la cintura con sus brazos y atrayéndola hacia si volvió a besarla, pero esta vez lentamente, sacando la lengua y buscando esa otra lengua que se entregaba al juego sin resistencia.
Al cabo del largo e intenso beso Graciela se veía sofocada y con las mejillas rojas:
-Ay… -dijo mirando a Emilia a los ojos. –Qué sorpresa me diste, no pensé que…
-Querida, me gustan las mujeres y vos sos una mujer muy, muy atractiva, así que no tenés por qué extrañarte ...