Mi cuñada Solange viene de visitaAna estaba feliz de volver a su hermanita más joven después de un buen tiempo de vivir en Los Angeles. El último encuentro había sido dos años atrás, cuando todavía estábamos instalados en New York.Fuimos a recibir al aeropuerto a Solange, quien apareció sonriente y hermosa; cada vez más parecida a Anita; aunque por supuesto, quince años más joven. Después de besuquearse con su hermana mayor, la nena me abrazó con ternura; pero entonces sentí que mi verga se ponía dura al contacto con ese cuerpito tan joven…Me dije a mí mismo que no podía ser: era la nena consentida y preferida de mi esposa y yo no debía intentar nada ella…ni siquiera pensarlo…Al día siguiente Ana organizó una reunión “de mujeres” y decidió que yo tendría que reunirme con mis amigos o lo que fuera… pero la cuestión era no estar presente en casa hasta que ellas terminaran su fiestita…Me reuní con amigos para una buena partida de naipes y cerca de las tres de la mañana inicié el regreso, calculando que el “akel-arre” ya estaría disuelto…Al entrar a casa encontré indicios de que había sido una buena noche para las brujas: botellas vacías por todos los rincones, copas a medio vaciar, platos rotos y por suerte ningún rastro de condones usados ni taparrabos de un stripper; así que imaginé que la reunión había sido sin intrusos y algo tranquila, a pesar del exceso de alcohol.En nuestra habitación pude ver en penumbras el cuerpo de Ana, boca abajo en la cama, los rulos rubios ...
... tapándole la cara. Tenía las sábanas por los tobillos y todavía conservaba una diminuta tanga de color celeste, lo cual me llamó la atención, porque ese color no es su preferido…Mientras observaba las suaves curvas de mi escultural esposa me desvestí y completamente desnudo me metí en la cama a espaldas de Ana. Deslicé la tanga celeste por sus muslos y le acaricié sus redondas nalgas, acercando mi verga tiesa a sus labios vaginales.Me sorprendió que no se humedeciera al contacto de mi pija que la buscaba; tampoco se movió ni acusó recibo de estar sintiendo mi contacto tan cercano. Metí un dedo en su estrecha rajita y la encontré totalmente seca, sin indicios de ninguna excitación ni lubricación…Al ver que Anita no respondía a mis caricias, me di vuelta y me dispuse a descansar yo también, pensando que su cansancio o falta de interés sexual era debido a la presencia de tantas botellas vacías en el comedor…Un rato después sentí sus manos recorriendo mi cuerpo, así que giré hacia ella, comenzando una dulce serie de caricias y besos.Otra vez bajé mi mano hacia sus labios vaginales y esta vez los encontré abiertos y humedecidos al máximo…Mientras yo sentía su agradable lubricación, Ana acariciaba mi verga desde la base, poniéndome a punto de explotar.Enseguida comenzó a comerse mi pija con sus labios, jugando con su sedosa lengua. Me volvía loco…De repente me incorporé y la acomodé a ella, quedando los dos en un perfecto 69, comenzando a lamernos mutuamente durante un buen rato.Unos ...