1. Mi primer amor: una masoquista


    Fecha: 26/11/2017, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... sentía por ella, para mí la más importante era la confianza que le tenía. Me sentía seguro con ella y tenía la certeza de que podía contarle cualquier cosa sin que ella se ofendiese, alarmase o me juzgase. Por ende, éramos confidentes, no sólo de nuestras situaciones diarias, sino también, de nuestras aventuras sexuales, aunque no profundizábamos mucho en el tema.
    
    Ella fue de las primeras y pocas personas en enterarse de mis exabruptos con Elena (y su hermana) y también me consoló como nadie cuando Gabriela me dejó. Yo también supe de sus desencantos amorosos con los distintos novios que tuvo y también ofrecí el mismo trato. En ese sentido nunca comprendí cómo es que ella, siendo tan bonita, se metía con cada espécimen… que madre mía… y, además, los hombres siempre terminaban poniéndole el cuerno… Joder, teniendo a una hembra así y todavía van y… bueno, así sucede en muchos casos…
    
    Ella es rubia (güera, como dirían en mi país) y de estatura media. Delgada. Pecho normal, nalga normal. Facciones anglosajonas… y para mí, siempre ha guardado un parecido a dos artistas que, creo yo, son bellísimas: Katherine Heigl y Julia Stiles. Selene, a mi muy particular punto de vista, es un híbrido entre esas dos mujeres… Lamento no poder describirla mejor. Es hermosa. Simplemente atractiva. Bella como pocas mujeres. Y resalta más al ser rubia natural, pese a que, por lo general, se tiñe el cabello de negro.
    
    Y ahí estaba yo, embobado, escuchándola hablar, perdido en esos labios y ...
    ... esa sonrisa que siempre me atrajeron de una manera paranoica. Ella, quien siempre me quiso y yo, al ser un mujeriego empedernido, no pretendía lastimarla y, por consiguiente, nunca volví a intentar nada con ella, aunque ganas no me faltaban.
    
    De pronto, un sonoro relámpago interrumpió nuestra amena charla, aunado a una leve llovizna que comenzaba a caer, en preludio a un inminente aguacero. Le propuse ir a un bar o algún restaurante cercano y continuar poniéndonos al día. Imaginé que terminaríamos en La Bipo, un bar que ella frecuentaba casi cada semana, pero, contrario a lo que suponía, me propuso ir a Sanborns.
    
    —¡Qué poca! —exclamó efusivamente negando con la cabeza. Le acababa de contar mi último fracaso amoroso con una mujer que me había engañado durante 6 meses con otro tipo.
    
    —Creo que tengo mala suerte en esto del amor —dije intentando restarle importancia
    
    —Muy mala suerte —sentenció— te debiste de haber quedado conmigo y no andarías sufriendo —añadió, con lo que intuí, era una frivolidad calculada, pero en un tono sugerente
    
    —Probablemente —solté viéndola a los ojos y ella me sostuvo la mirada —pero ya ves cómo es uno…
    
    —Ay corazón —suspiró y le dio un sorbo a su café— pues al parecer somos compañeros del mismo dolor.
    
    —¿Cómo? Pensé que te iba de maravilla con “Pedro” —comenté extrañado, pues lo que reflejaban sus redes sociales y sus tweets indicaban lo contrario
    
    —Justo ayer me contaron que anda de cabrón, no con una, sino con varias —me dijo con ...
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