... rato antes de poder revelar. Finalmente abrieron, pude entregar el rollo y me dieron una hora de espera, por lo que me iba a dar un paseo para acumular exposiciones en el rollo actual. Prendí un tabaco que tenía armado justo afuera del laboratorio cuando mis ojos se quedaron clavados en un objetivo a la distancia. Era ella, la misma mujer con mirada intensa del día anterior, y venía caminando hacia mí. Me puse nervioso y no podía prender el cigarrillo. Ella se acercaba más y más. Finalmente, logré prenderlo y, para mi sorpresa ilusoria, ella pasó por al lado mío sin hacerme el más mínimo caso y entró al laboratorio. Ya sin vergüenza, volteé cuando pasó y me di cuenta de que saludaba al dueño con un abrazo. Me sorprendí aún más cuando levantó una parte de la barra que separaba al público del personal y se perdió entre los estantes para cruzar el umbral de una puerta en la parte trasera de la tienda. Trabajaba ahí, no había duda. Pero no tenía la más mínima idea de quién era. ¿Por qué tenía que saberlo, de todas formas? Solo nos miramos una vez, no significa nada.
Volví exactamente una hora después de haber mandado a revelar y estaba ella atendiendo. Me acerqué, la miré fijamente y sin despegar mis ojos de los suyos, le entregué el recibo del revelado con el número de orden.
- Me gustaría saber si ya está lista esta orden - dije sin querer romper el silencio.
- Lo veré enseguida - dijo ella, con una cara inexpresiva pero sin apartarme de su vista.
Abrió un cajón del ...
... estante a su lado y buscó entre los documentos. Mientras buscaba, aproveché mi ventana y estudié su cuerpo, en el que no había reparado anteriormente. Quizás realmente me estoy volviendo más viejo o más bueno. Llevaba un vestido verde que no le llegaba a las rodillas y que tenía tirantes en los hombros y un nudo en la espalda. Su espalda tenía una buena forma, demostraba fuerza, pero también sus curvas hacían que se dibujara una bella estructura femenina, que se hacía más breve llegando a su cintura, para después dar paso a la formación de sus grandes caderas y glúteos, que parecían prometer un dibujo abultado y bien formado. Llevaba el pelo con un moño simple, se notaba que no había mucha preparación, era bella cotidianeidad.
Se dió la vuelta cuando terminó de buscar y se quedó mirando el número de orden por unos segundos. Aproveché esa pequeña ventana para notar su generoso escote compuesto por dos pechos de tamaño perfecto, es decir, enormes pero firmes, su delgado cuello pintado hermosamente por tres lunares en la parte baja y sus manos tersas que barajaban dos sobres de fotos. Sus ceño se frunció de una manera que me pareció tierna y levantó los ojos para encontrarse con los míos clavados en ella antes de decirme:
- Mi papá te dejó un regalo al parecer. ¿Son amigos?
- ¿Tu papá?
- Sí, el dueño. No me dijo nada, pero aquí dice que te entregue este otro sobre también. Él tuvo que irse a Mendoza por una emergencia en el laboratorio que tenemos allá, así que no va a ...