La Sorpresa Anal de Mamá, No era para MíEra sábado. Me reuní con amigos para beber unas cervezas y tratar de hacer algo divertido después, como todos los sábados. Pero ese día no estaban los ánimos para que resultara algo interesante. Por lo que decidimos volvernos a casa temprano.A mis 22 años, vivía con mis padres. Mi nombre es Jorge, igual que papá, y soy un tipo normal. Mi padre, en ese tiempo, tenía unos 50 años, algo amargado, algo mañoso. Mi madre, de 45 años, aún se mantenía atractiva, media aproximadamente 1,60 m, piel blanca, ojos oscuros con una mirada coqueta, pelo castaño, su cara muy linda, mantenía una cintura marcada con muy poca barriguita, era angosta de espalda, por lo que sus pechos de copa C parecían grandes en relación a su cuerpo y en contrastando con sus caderas anchas con su culo redondo y naturalmente parado, que siempre robó miradas, sobre todo en verano con sus traje de baños que se le ajustaban.Cómo era común en el mes de mayo, en mi ciudad, ya estaba oscuro a eso de las 8 PM. Así que al entrar a casa lo primero que vi fue el resplandor de la TV en el estar. Que iluminaba a mi padre totalmente dormido en el sillón, con su cabeza apoyada atrás y su boca abierta. Sus ronquidos invadían el lugar.Del volumen de la televisión estaba alto, como el acostumbraba.Fui a la cocina a buscar algo para beber. Una cerveza o similar. Para llevarla a mi dormitorio y sumirme en pornografía. Fue ahí que pasando por afuera del dormitorio de mis padres en el segundo ...
... nivel, escuché a mi madre.- ¡Jorge! ... ¡Ven!... ¡Te necesito!Al escuchar mi nombre y pensando en que podía ser importante. Solo entre, pero antes de decir algo, quedé boquiabierto.Mi madre de rodillas, sentada en sus talones, de espalda a la puerta. Totalmente desnuda, sujetando un tubo de loción con su mano derecha.La habitación estaba iluminada con velas y se respiraba un olor rebuscado.Sin pensar, solo cerré la puerta. No podía creer lo que estaba viendo.- Ponme loción en mi espalda. - dejando la loción junto a sus pies.Era evidente que al Jorge que llamaba era mi padre y no yo. Pero no quise desaprovechar esa oportunidad. Así que le seguí la corriente.Tomé el tubo de loción, esparcí un poco en mis manos y comencé a masajear sus hombros. El solo contacto de mis manos con su piel provocó que ella liberara un suave gemido pero muy erótico.- mmmmm.... - casi como un ronroneo - así me gusta que me toques.Arqueando su espalda y juntando sus omóplatos. Su cabeza cayó levemente hacia atrás. Yo atine a agacharme un poco para no entrar en su campo visual, aunque luego me percate que sus ojos estaban cerrados.Su piel caliente, la situación, su curvilíneo y maduro cuerpo. Estaban provocándome un nivel desconocido para mí de excitación. Mis testículos se contraían, mi pene se endurecía aprisionado por mi ropa y sentía como mi estómago era invadido por nerviosas mariposas revoloteando. Con mi calentura aumentando exponencialmente, seguí recorriendo su espalda, cada vez presionando más ...