Mi profesor me convirtió en su esclava (III)
Fecha: 28/12/2020,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: karen69, Fuente: CuentoRelatos
... es así imbécil? –dijo mi Amo, meciendo el delgado látigo con el que me azoto de un lado a otro. No quería seguir siendo azotada, por lo que, a pesar de mis dudas y temores, conteste:
-S-si… Amo… sé cuál es mi… lugar.
-Díselo a mi mujer. Preséntate. –me ordeno.
-Soy… -dude de nuevo. Pero, a pesar de todo, reaccione, y pensando en que era lo más seguro que mi Amo quería oír, pues, lo dije: -Mi nombre es tetas. No soy nada más que un juguete, una perra entrenada a los servicios de ustedes, Amo Martin y Ama Raquel. Mi lugar está en sus pies, mi placer se encuentra en la obediencia a ustedes y en la satisfacción y placer de ambos. Mi voluntad no existe, solo me regiré por la de ustedes. Soy una esclava. Su esclava.
-Jajaja. –Rio mi ama Raquel. –buen parlamento furcia. Pero odio que dudes y tardes en contestar. No te preocupes, te corregiré eso. Ahora mismo. –me dijo, se acercó a mí, y me lamio la cara, recogiendo mis lágrimas. Cosa que me repugno un poco, no por las babas ni nada, sino por el hecho de ella ser mujer. –que divinas. Vamos a sacarte unas cuantas más. –me dijo. Tomo de un bolso que estaba a un lado de la plataforma (que no sé cómo llego allí, debieron ponerlo mientras tenía la máscara puesta) y saco un juego de pinzas para colgar ropa, de madera, y una delgada y larga cuerda enrollada. –Podríamos comenzar con esto… -Dijo ella.
Coloco las pinzas formando un círculo en la base de mis tetas, asegurándose de que todas estuvieran unidas a la cuerda, y ...
... repitió la operación con la otra. Luego armo otro círculo adentro de este con las mismas pinzas, también uniéndolas a la misma cuerda, y así sucesivamente, en total formo cuatro círculos en mis tetas, que quedaron llenas de pinzas. Estas estaban bastante apretadas y sentía el agudo dolor de cada una de ellas mordiendo la piel de mis tetas las cuales pagarían por mis dudas. Para finalizar, saco del bolso un par de pinzas metálicas unidas a un extraño aparato de color negro por medio de unos largos cables, colocando dichas pinzas en el pico de mis pezones y encendiendo el aparato al que estaban unidas. Luego se agacho delante de mí, y comenzó a jugar con mi clítoris, primero con sus manos y luego con su lengua. La sensación era realmente exquisita. Me daba reparos por el hecho de ella ser mujer, pero movía esa lengua como una maestra y era imposible no sentir la excitación que mezclada con el dolor de mis tetas y el ardor de los latigazos me hundían en una sensación única e indescriptible.
A los pocos segundos estuve cerca del orgasmo. Mi cuerpo comenzó a temblar, mis piernas más que todo, ya que tenía los extraños zapatos puestos que me obligaban tener el pie vertical. Comencé a gemir y a tener cortas convulsiones. En ese momento sentí que ella se separó de mi clítoris y acto seguido sentí un fuerte electrochoque en mis tetas, que me hicieron sacar de mi trance placentero, con un buen grito. No pude evitar desfallecer un poco, por lo que entro otra de las bolas del extraño ...