Una vieja amiga
Fecha: 26/06/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Era una tarde gris y lluviosa de Abril. Había tenido que ir al centro de la ciudad para hacer unas compras. La gente corría para protegerse de la lluvia, envuelta en sus impermeables o bajo grandes paraguas que dejaba ver por donde se caminaba. Ya había tropezado con un par de personas, lo que incrementó mi fastidio y mi cara de pocos amigos. Venía pensando en mis cosas cuando tropecé con otra persona, al levantar la vista, con intención de insultarla, allí estaba... Laura.
Quedamos inmóviles, mirándonos, como congelados, con la boca abierta pero sin decir una palabra. Ella fue la primera en "volver a la realidad", su cara se distendió en una enorme sonrisa. Cientos de recuerdos vinieron a mi cabeza agolpándose en apretada síntesis. Pude ver mis primeros años en la Universidad, antiguos amigos, lugares y sentimientos ya olvidados... o al menos eso creía yo.
Todo había comenzado al poco tiempo de ingresar a la Universidad, formamos un grupo de estudio con un par de amigos que, en realidad, estudiar era lo que menos hacíamos. Los tres éramos muy unidos. Nos juntábamos en la casa de alguno, con montones de apuntes y libros, pero nos pasábamos la mayor parte del tiempo conversando sobre nuestro tema favorito: LAS CHICAS.
En una clase de matemáticas conocimos un grupo de chicas con el cual quedamos en juntarnos para compartir apuntes y resolver ejercicios. Creo que a los tres nos había gustado la misma chica. Su nombre era Laura. Tenía el pelo negro y la piel levemente ...
... morena, que tomaba un espectacular tono bronceado cuando se asoleaba en verano. Sus ojos eran color miel y muy expresivos, si se mantenía fija la mirada sobre ellos, parecía que uno podía transportarse a recónditos lugares de su alma.
Su cuerpo, a simple vista no impresionaba, pero se adivinaba bien formado bajo la ropa que, por influencia de su madre, era de corte antiguo. Generalmente vestía polleras (que no debían ser ni muy ajustadas ni muy cortas), una blusa sencilla (con los botones superiores cerrados) y por último un suéter amplio, que trataba de disimular las curvas de ese cuerpo que había sido hecho para adorar y no para ocultar.
- ¡ Hola! - dijo y allí estábamos, doce años después, en medio de la acera y bajo la lluvia.
Corrimos bajo el toldo de un comercio para cubrirnos de la lluvia. Allí conversamos un buen rato, poniéndonos al corriente sobre nuestras respectivas vidas desde que habíamos dejado la Universidad. Ella se había casado y tenía dos niños, al igual que yo. Me dijo que su marido era militar y que se encontraba fuera de la ciudad realizando unas maniobras con su unidad. Me contó sobre sus padres y hermanos, pero yo no lograba concentrarme, mientras hablábamos mi cabeza no dejaba de volver al pasado.
Jorge, uno de los amigos con los que estudiaba, fue quien primero se lanzó y ganó, se hicieron novios. A mí no me quedó otro remedio que convertirme en su "amigo". Y así fue que empezamos a vernos muy seguido, estudiábamos juntos, me presentaba sus ...