Elena (A.C.) - mi masoquista III
Fecha: 30/08/2020,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... ocasiones soltaba una que otra nalgada. Eso sí, siempre eran durísimas, pero ella sólo gemía de placer. Una de sus manos movía frenéticamente su clítoris mientras yo la penetraba. Al poco rato de estar así, la empujé, me recosté sobre la cama y le dije: “ahora te voy a azotar las nalgas hasta que me implores que pare”. Su sonrisa retadora al clavarse mi verga fue el inicio de una azotanía en toda regla, mientras la taladraba en esa posición.
Mi más grande placer es azotar culos y vi satisfecha mi lujuria en ese fin, pues hacía mucho tiempo que no me dejaba ir tanto. Ella, tras unos 10 minutos de recibir golpes, comenzó a flaquear y sus gritos eran más de dolor que de placer, pero me conquistó que jamás opusiera resistencia y que me dejara vía libre. Cada uno de mis golpes fueron muy fuertes y firmes. Mis manos me dolían, pero lo estaba disfrutando en demasía. Por momentos, mientras con una mano acariciaba sus nalgas calientes, con la otra mis dedos hurgaban en su ano, cosa que, parecía incomodarle también, pero tampoco obtuve resistencia. Y me fascinaba eso. Ella se entregaba a mí. Era mía y podía hacer con ella lo que yo quisiera. Y eso, me tenía a sus pies. En un momento dado, llegue a meter tres dedos en su ano mientras la seguía taladrando con mi verga.
Hubo un instante en que paré tras una fuerte nalgada y un grito de verdadero dolor de ella. Mis tres dedos clavados en su ano, mi verga hasta el fondo de su vagina y una mano libre acariciando sus doloridas y ...
... calientes posaderas.
—¿Quieres que pare? – le pregunté moviendo mis dedos en su ano.
—¿Quieres parar? – me respondió
—Yo pregunté primero
—Todavía no me llenas de leche – dijo sugerentemente
—A lo que me refiero es que si no quieres que te saque los dedos del culo o que te deje de nalguear – apunté directamente
—Al principio me molestó, pero le fui agarrando el gusto. Aunque si sigues así, voy a tener que ir al baño, porque me vas a hacer cagar – me respondió apenada
—¿Y las nalgadas? – pregunté soltándole una pequeña con la mano que tenía libre
—Ya me duelen mucho, pero mientras tenga tu verga adentro, tu dale – me besó al instante y con una de sus manos volvió a guiar la mía para que le siguiera maltratando ese par de nalgas que a más de uno hacía suspirar.
—Entonces, ¿quieres cagarte ahorita? – pregunté reanudando suavemente la cogida mientras volvía a mover los dedos dentro de su ano.
—Si sigues moviendo los dedos así… ahhh… sí.
No comprendo que es lo que pasaba por mi mente. Quizá fue el recuerdo de una noche loquísima que pasé con una completa desconocida hacía un tiempo atrás. Pero me excitó la locura de un pensamiento. Un deseo oculto que, pese a fraguar en la mente, jamás pensé llevarlo a la práctica. Pero, aquel, parecía el momento perfecto y, nuevamente, me dejé llevar por la calentura y el morbo del momento.
—Pues entonces, cágame – le ordené.
—¿Qué? – preguntó con auténtica incredulidad
—Que si tienes que cagar, me cagues. No ...